Vicente Ángel Pérez - Corazón de León

El juicio del siglo

Esta semana, la capital leonesa se convertirá en un inmenso plató de televisión

Vicente Ángel Pérez
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Hay una especie de periodismo que en las últimas décadas alimenta prensa, televisiones y radios con el sensacionalismo y el amarillismo por bandera. Todo sea y todo vale por aumentar lectores o audiencias. Es lo que vende, dicen los ejecutivos de los medios; son vendedores, no periodistas; son economistas o ingenieros, no periodistas. Y así, este moderno periodismo se inventa cada poco un partido del siglo (cualquier Madrid-Barça) o una boda del siglo (la de unos famosos de las revistas); es ese periodismo que califica de histórico un gol, una nevada o un atasco automovilístico. Así escribe la historia este periodismo falto de perspectiva, memoria y rigor. Y así le va…

Mañana comienza en León un juicio que bien puede calificarse como el mayor que ha conocido esta tierra en lo que va de siglo.

Esta semana, la capital leonesa se convertirá en un inmenso plató de televisión y estará en el foco de decenas de periodistas que retransmitirán, minuto a minuto, como si se tratase de un «partido histórico», lo que suceda dentro o fuera de la sede de la Audiencia Provincial donde se juzgará a tres mujeres por la muerte de quien fuera presidenta del PP leonés y de la Diputación, Isabel Carrasco. Una madre, Montserrat, su hija Triana y una policía local, Raquel Gago, se enfrentan a una pena de 23 años solicitada por el fiscal quien, en las vísperas, ha declarado que se trató de un crimen casi perfecto.

Un crimen casi perfecto, dice el fiscal como si anunciara el título de la película que a partir de esta semana se rodará en León y en la que no faltará una buena dosis de morbo que hará las delicias del periodismo sensacionalista que no reparará en los detalles escabrosos que, sin duda, relatarán acusados, abogados y testigos. El circo mediático está servido y León volverá a la actualidad en una proyección de cine negro y violento que ya quisiera Tarantino para sus guiones. Y al fondo, un jurado (por supuesto que popular, pues todos los jurados son populares) formado por unos ciudadanos que, por lo general, no saben de leyes y sí de teles. Lo del jurado en España, que llegó como un avance progresista, está cada día más cuestionado, sobre todo cuando se trata de juicios llamados «mediáticos», como fue el de Bretón, el asesino de sus hijos, o el de los padres de la niña Asunta.

En manos del jurado están una madre (esposa de quien fuera comisario de Astorga) y su hija. Y más allá del morbo periodístico al que se presta este crimen, bueno sería meditar, e incluso estudiar, cómo fue posible que madre e hija tejieran cada hilo y cada nudo de un asesinato casi perfecto, las dos, mano a mano. ¿Acaso la locura raptó a ambas? Eso el jurado nunca lo sabrá; tal vez Shakespeare…o Agatha Cristie.

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