Las empresas españolas ponen su energía en el hidrógeno verde

Las grandes compañías están tomando posiciones en una millonaria carrera de fondo por el desarrollo de una incipiente tecnología en la que nuestro país, si aprovecha su músculo fotovoltaico, aún llega a tiempo de convertirse en referencia

La Unión Europea calcula que este combustible limpio podrá satisfacer la cuarta parte de la demanda mundial de energía en 2050
Laura Montero Carretero

Laura Montero Carretero

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Ni es una moda ni un sueño imposible de alcanzar. El compromiso con la descarbonización de la economía en 2050 es una realidad . Y en esa carrera hacia un planeta libre de emisiones de carbono hay una tecnología que aspira a convertirse en el acompañante perfecto de las renovables: el hidrógeno verde . Este combustible, obtenido por electrólisis, un proceso que separa las moléculas de hidrógeno y oxígeno que componen el agua mediante la aplicación de una corriente eléctrica de origen renovable, está en la diana de las inversiones y se ha consolidado como una apuesta estratégica de la Unión Europea por su papel clave en el cumplimiento de los objetivos medioambientales.

Sus posibilidades son múltiples. Podrá utilizarse en la industria , como alternativa a los usos que no pueden ser electrificados (sector de la petroquímica, de los fertilizantes...) y que todavía dependen de combustibles fósiles. También tendrá cabida en la movilidad , para el transporte pesado y para los vehículos ligeros, que con un depósito de hidrógeno y una pila de combustible –transforma el hidrógeno en energía eléctrica y solo emite vapor de agua– conseguirán 700 kilómetros de autonomía y una recarga en cinco minutos. En el ámbito residencial , será capaz de sustituir al gas natural y, a nivel energético , ayudará a corregir los desajustes entre producción y consumo ya que los electrolizadores –sistemas de producción de hidrógeno renovable– podrán transformar el excedente de electricidad de primavera-verano en H2, que se almacenará para, en otoño-invierno, usarse en pilas de combustible para producir energía eléctrica y en turbinas para generar calor.

La Unión Europea calcula que este gas inocuo para la atmósfera podrá satisfacer la cuarta parte de la demanda mundial de energía de aquí a tres décadas, frente a su escasa aportación actual, y que moverá 630.000 millones de euros anuales … Un negocio de futuro en el que España no quiere quedarse rezagada.

Inversiones

La hoja de ruta aprobada por el Consejo de Ministros a inicios de octubre contempla llegar a los cuatro gigavatios (GW) de potencia instalada de electrolizadores en 2030 , así como que al menos el 25% del hidrógeno utilizado por la industria –emplea la práctica totalidad de las 500.000 toneladas que se consumen al año en España– sea de origen renovable. En lo que respecta a movilidad, prevé disponer de una flota de al menos 150 autobuses, 5.000 vehículos ligeros y pesados, dos líneas de trenes comerciales propulsadas con hidrógeno renovable y una red de 100 o más hidrogeneras.

Para lograr estas metas, el Ejecutivo estima que se movilizarán inversiones por valor de 8.900 millones de euros hasta 2030 por parte del sector privado que contarán con el apoyo del sector público en las primeras fases. En concreto, el Gobierno anunció la semana pasada que destinaría 1.500 millones con cargo al fondo europeo de recuperación en los próximos tres años para impulsar el desarrollo del hidrógeno verde.

Las grandes compañías nacionales han acelerado los planes en los que estaban inmersas para poder optar a financiación . Iberdrola y Fertiberia, por ejemplo, ya presentaron en octubre su proyecto para poner en marcha el mayor complejo de hidrógeno verde para uso industrial de Europa , que requerirá el apoyo del Fondo Europeo de Recuperación para la ejecución de las tres últimas fases.

Otras, como la albaceteña Ajusa , que fabrica unidades de potencia de hidrógeno, se encuentran en un momento de exploración. «Es una oportunidad que empresas como la nuestra no pueden dejar pasar. Estamos en conversaciones muy avanzadas con firmas nacionales de primer nivel para realizar proyectos de colaboración susceptibles de poder acogerse a los fondos», asegura Jesús Murcia , director general de la compañía, que empezó a investigar en el hidrógeno verde hace casi dos décadas para tener una línea adicional por si el motor de combustión, actividad principal de la empresa, desaparecía. «Ahora es cuando comenzamos a ver que el esfuerzo que llevamos haciendo 20 años se empieza a transformar en proyectos concretos a gran escala», comenta Murcia, que advierte del peligro de que los fondos vayan a parar a «cazasubvenciones» que solo pretendan hacerse con un trozo del pastel: «Esperamos que haya un buen control y que las ayudas se otorguen a empresas con una trayectoria en investigación y que tengan solidez».

Luis Atienza , presidente de la gestora Argo Capital Partners, piensa que puede haber una cierta avalancha de proyectos al amparo de estos fondos para hacer un proceso «demasiado acelerado» en relación con lo que la curva de aprendizaje de la tecnología puede proporcionar. « Estamos todavía en el primer paso y no podemos, sin calentar, salir a correr los 100 metros . Sería conveniente que se articularse un mecanismo para seleccionar un reducido número de proyectos, que debieran estar vinculados al objetivo fundamental en esta década, que es sustituir la producción actual de hidrógeno, por reformado de gas natural», añade.

Es mucho lo que está en juego. «Al ser algo nuevo y tan incipiente es importante que haya cooperación entre los diferentes agentes : los actores industriales, el sector público, el sector financiero… todos estamos muy ilusionados por la oportunidad económica que supone para España y esa colaboración es uno de los ingredientes para avanzar en la buena dirección», señala Wafaa Ermilate , directora de energía e infraestructuras de ING España y Portugal. Las ayudas públicas, en cualquier caso, serían inferiores a las que recibieron en el pasado otras tecnologías como la fotovoltaica o la termosolar.

Los expertos coinciden en que nuestro país cuenta con los requisitos necesarios para ser una referencia en el desarrollo del hidrógeno limpio . «España se puede convertir en una potencia europea en generación de hidrógeno renovable por sus ventajas de sol y de viento», sostiene Consolación Alonso , profesora de Energías Renovables en la Universidad Europea.

Una opinión compartida por Ermilate: «España está bien posicionada, ha puesto en marcha una cantidad importante de proyectos renovables que van a ser clave en el desarrollo del hidrógeno verde. Por otra parte, tiene recursos renovables, sol y viento, que permitirán una mayor competitividad y también cuenta con un tejido industrial muy potente que va a poder dar el impulso inicial a esos proyectos». Y en esta ocasión, España sí que llega a tiempo , a diferencia de lo que ha ocurrido en otros mercados como el de las baterías eléctricas, donde ha perdido la partida y el continente asiático ostenta una hegemonía casi absoluta .

Las condiciones favorables de las que disfruta nuestro país abren un horizonte de posibilidades. «España, con todo el potencial renovable que tiene, no solo se va a autoabastecer de hidrógeno, sino que va a poder exportarlo al norte de Europa », afirma el presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2), Javier Brey , que cree que, por su ubicación geográfica, puede configurarse como un "hub" de hidrógeno limpio , al igual que ocurre hoy en día con el gas natural importado de África que entra por la península ibérica para distribuirse a Europa. «España, además, tiene empresas que trabajan en el sector del hidrógeno renovable desde hace veinte años, es decir, podremos exportar tecnología y proyectos », concluye, al tiempo que aporta un dato que demuestra el grado de preparación del que partimos. «Desde el punto de vista económico, España supone el 1,4% del PIB mundial, pero desde el punto de vista científico, produce el 3,6% de la investigación relacionada con este gas. La economía del hidrógeno va a aportar mucho a España, pero también es verdad que España va a aportar muchísimo a la economía del hidrógeno», sentencia.

Tareas pendientes

Pero aún quedan desafíos por superar. El principal escollo es el elevado coste . «La producción de hidrógeno por esta vía es el doble de cara que a partir del gas natural, por lo tanto, en estos momentos no es una alternativa comercial. Habría que pasar de unos costes de producción de 4-7 dólares el kilogramo a 2 dólares», dice Atienza. Para ello será necesario una caída de los precios de la electricidad y de los electrolizadores. Desde la AeH2 recuerdan, eso sí, una tendencia esperanzadora: «Las energías renovables han bajado mucho de precio y la electrólisis se ha vuelto más competitiva y eficiente».

Aun así, a día de hoy el hidrógeno verde sigue siendo una tecnología incipiente que tiene sentido como orientación a largo plazo . «Como no es competitiva, hay que fijar algún mecanismo de apoyo, que pueden ser subvenciones a la inversión, ayudas a la producción… Hay que establecer un marco para hacer viables estas inversiones, pero las más interesantes con el menor coste de subvención posible y, además, en un volumen que se escalone a lo largo de la década con el fin de ir dando tiempo a que aprovechemos plenamente la curva de aprendizaje», subraya Atienza.

«Otro reto es que haya un ambiente favorable, desde el punto de vista legislativo, para que estos proyectos se puedan realizar . Las empresas van a estar invirtiendo sin ninguna rentabilidad… pues que haya un marco regulatorio que pueda fomentar estos proyectos, ya no solamente para la generación masiva de hidrógeno sino para toda la cadena de valor», indica la profesora Alonso. Desde Ajusa comparten la necesidad de «un marco regulatorio estable que permita seguridad en las instalaciones, pero sobre todo que quite burocracia». La comisaria europea de Energía, Kadry Simson, anunció recientemente la creación de un marco regulatorio a nivel europeo que estará listo a lo largo del próximo año.

El primer elemento de la tabla periódica nunca había acaparado tanta atención en el tejido empresarial y las instituciones europeas. Su despegue definitivo tardará décadas en llegar, pero hoy pocos dudan de que es un negocio prometedor que esta vez, sí, España aún está a tiempo de liderar.

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