La selección de Francia une a la población, hermanada durante este mes a través del fútbol. El domingo, en Saint-Denis, se juega la final de la Eurocopa ante Portugal, una oportunidad para regresar a la cima después de 16 años sin título. El conjunto de Didier Deschamps, después de un inicio irregular, ha contagiado la alegría y se dispara la euforia después de vencer a Alemania en las semifinales del pasado jueves. Falta un paso.

«Queremos que la gente sonría», comenta Bacary Sagna en la rueda de prensa del día antes, acompañando al capitán Lloris. «Jugar en París una final es algo magnífico. Tenemos la oportunidad de entrar en la historia», añadió, recordando incluso el descenso a los infiernos durante el Mundial de 2010, con el equipo en rebeldía y dando una imagen lamentable.

Lloris asiente y le da la razón a su compañero. «Pasamos una crisis en el fútbol francés. No fue fácil, pero la Federación, los jugadores y el seleccionador tiene el mérito de haber montado un gran equipo. Tenemos la posibilidad de entrar en la historia, hay que aprovecharla», incidió el capitán. En el recuerdo, además, los trágicos sucesos en París del pasado mes de noviembre. «Necesitamos esto después de todo lo que pasó».

Sagna y Lloris descartan el favoritismo y ensalzan a Deschamps, el jefe de todo el entramado francés. «La persona que hace el equipo y le da forma es el entrenador, el que lo ha montado. Nos ha dado confianza a todos los jugadores, nos da serenidad, calma. Es muy importante para una selección. El fútbol que hacemos es el reflejo de ese trabajo», respondió el guardameta.

Y, llegados a este punto, ya solo queda ganar. «Sentimos la importancia del partido, jugar en suelo francés. Es un gran rival, hay que estar listos para la batalla. Nos hemos preparado bien. Tenemos que encontrar la fórmula de encontrar la victoria. Queremos un final apoteósico».