Ciclismo

Españoles sin triunfos, un Giro decepcionante y un canguro

Jai Hindley ensalza al ciclismo australiano, Landa logra su segundo podio y la carrera deja un sabor frío, salvo Van der Poel

Jai Hindley, vencedor del Giro de Italia Efe

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El primer australiano que gana el Giro en 113 años de historia venía con la lección aprendida. «No iba a permitir que me sucediera otra vez lo de 2020», dijo Jai Hindley nada más concluir la carrera rosa, en recuerdo de la edición de la pandemia, el mundo confinado, el deporte aislado y las carreras pendientes del hilo de los positivos Covid. El canguro ciclista de 26 años, natural de la lejana Perth, perdió la edición de 2020 ante el británico Tao Geoghegan en la contrarreloj de cierre, que entonces se disputó en Milán y ayer en la Arena de Verona. Hindley, un corredor que ha pasado medio inadvertido en su desempeño profesional salvo en aquella cita de 2020, ensalza el ciclismo de su país y a su ídolo Cadel Evans (vencedor del Tour 2011) en un Giro aburrido y sin chispa que los españoles no han mejorado. Mikel Landa acaba tercero, como en 2015, su único podio en 17 grandes . Pello Bilbao, quinto sin grandes alardes más allá de la regularidad. Y el Movistar sin protagonismo ni éxitos. Solo Juanpe López, diez días de rosa, décimo en la general y mejor joven de la carrera (24 años), aporta frescura y gracia. Los ciclistas españoles no ganaron ninguna etapa el año pasado en el Giro, el Tour y la Vuelta, y continúan en ese círculo cerrado.

Hindley desempolva la historia de Australia en el ciclismo. Un repaso en el que es indiscutible Phil Anderson , aquel rodador de los ochenta que se convirtió en el primer corredor no europeo en lucir el maillot amarillo del Tour. Fue quinto en 1982. Después llegaron muchos rodadores o velocistas (Neil Stephens, Robbie McEwen, Michael Rogers, Bradley McGee, Stuart O’Grady, Rohan Dennis, Caleb Ewan...), algún todoterreno (Porte), escaladores (Ben O’Connor,Jack Haig) y el más célebre (Cadel Evans) y su inconfundible estilo en la bici, medio ladeado pero eficaz. Australia siempre tuvo algo que decir en este deporte. Y Hindley es una extensión de esa tradición.

Ha sido el ganador de una carrera lánguida, sin vocación atacante, de muchas fugas permitidas, de líderes que apenas se han dejado ver y sin puntos calientes para el recuerdo. La ascensión al Blockhaus, aquel derrote camino de Turín y los últimos kilómetros de la Marmolada donde el australiano cimentó su éxito . Un Giro sin pulsión, mirando siempre al día después, sin mucha iniciativa guerrera y un recorrido más soso de lo habitual.

El podio de Landa es una imagen inusual de regularidad que verifica al ciclista alavés, pero que también expone sus limitaciones. Siempre hay alguno mejor que él para ganar cualquier carrera. Fue decepcionante el Movistar, muy poca presencia, Valverde no puede resolver siempre.

El ciclismo español se llevó la alegría de Juanpe López, autor de un gran número con su episodio en rosa, en una defensa muy honorable. Parece más un ciclista regular pasajero de un top 10 que un ganador.

El más luminoso fue, de nuevo, Mathieu van der Poel . Brillante en su puesta en escena, ganador de una etapa, líder del Giro, protagonista siempre, con carisma para el público, presente en las fugas, amenazante por costumbre, aguantó hasta el final, hasta la última contrarreloj (la que ganó Sobrero), con opción permanente de victoria, la única palabra que parece tener sentido para este fenómeno que apunta de nuevo al fulgor en el Tour.

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