Alejandro Talavante toreó con gusto con el capote
Alejandro Talavante toreó con gusto con el capote - fit
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Triunfo de Talavante en un cartel no apto para Sevilla

El extremeño corta cuatro orejas en Olivenza; El Juli y Perera logran una con una corrida de pobre presencia

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Con la Plaza llena y gran ambiente, los números son triunfales. Los tres diestros cortan trofeos: Alejandro Talavante, cuatro; El Juli y Miguel Ángel Perera, uno cada uno. Los toros de Garcigrande muestran por qué los eligen las figuras: docilísimos, se dejan hacer casi todo... Pero la presentación es pobre; la casta, justa; la emoción, nula [así hemos contado la corrida en directo, toro a toro].

Cumple esta Feria 25 años de «sueños de plata» (es el título del libro de Mauricio Rodríguez del Rincón). Se unen una preciosa ciudad, con arte manuelino (estamos en la raya de Portugal), y una acertada gestión. La población se multiplica, este fin de semana: un ejemplo claro de lo que aporta la Tauromaquia al turismo, en tantas ciudades.

Saludo a aficionados de muchas procedencias: también de Sevilla, porque ninguno de estos tres diestros actuarán en la Feria de Abril [carteles]. ¿Por qué? Explíquelo el que pueda...

Vecino de estas tierras es El Juli: aquí, muy querido. El primero sale distraído, sin celo, pero resulta suavísimo, en la muleta. El diestro lo mete en el canasto, con reposo, desde el comienzo pero la res enseguida se apaga. Con este toro, Julián ha estado «a gorrazos»: estocada con salto y el primer trofeo, en medio de un entusiasmo perfectamente descriptible. El cuarto es un «Taponcito», sale suelto, flojo, cayéndose. Un torero dominador, como El Juli, ¿qué tiene aquí que dominar? El toro es un borrego absoluto. El diestro pone las ganas de embestir que la res no tiene. A toro parado, la espada queda contraria.

Largos y mandones

Perera defiende aquí su supremacía, dentro de los diestros extremeños. En Albacete acaba de dar una demostración de rotundidad apabullante. El segundo no tiene nada de «Torbellino» (su nombre): renquea, justo de fuerza y casta. Los muletazos largos y mandones se acaban cuando el toro pierde fuelle. Ni el arrimón impide que la gente se impaciente. El quinto, de Domingo Hernández, con 50 kilos más, se llama «Lijador» y es el único áspero. Sin una duda, Perera aguanta impávido, liga, manda (aquí sí que hay que mandar). Es el momento más meritorio (no el más lucido) de la tarde. Prolonga demasiado la faena, como suele. Mata con decisión: aviso y oreja.

De México acaba de llegar Talavante. En el tercero, «Orgulloso» (¿de qué?, pregunta uno) muestra variedad en el capote. Durante toda la faena, el toro, docilísimo, está a punto de cantar la gallina de la mansedumbre rajada pero «se deja»: Alejandro alterna fantasías «mexicanas» con buenas series de naturales. (Comenta una vecina: «El toro está pasado de faena». Y otro apostilla: «Desde el comienzo»). Mata bien: dos orejas. Otras dos logra en el último, que va y viene, repite incansable, le deja dar todos los muletazos de rodillas y de pie que quiere. (Ha habido dos grandes pares de Trujillo). Faena larga y desigual, otra buena estocada.

La gloria es otra

Concluye en triunfo este cartel, no apto para Sevilla. ¿No disfrutaría el público del coso maestrante con el poderío del Juli, la impavidez de Perera y la personalidad de Talavante? ¡Seguro que sí! Claro que, allí, el nivel de las reses y de la exigencia del aficionado es muy distinto. Pero, con todos los respetos para Olivenza, la gloria que se gana en el coso del Baratillo es otra cosa: conduce directamente al cielo de la historia y también aumenta el caché de un diestro. A pesar de eso, ¿no les ha valido la pena, a estos tres toreros? Ellos sabrán lo que se hacen...

También lo saben cuando eligen estos toros. Aunque se corten tantas orejas, presenciamos un espectáculo «light», de escasísima emoción. ¿Qué vamos a recordar mañana? Muy poca cosa. Nos acercamos a Méxicoen la empresa y en algo del repertorio: ¿también en la falta de casta de los toros? Mal camino es ése, por muy agradable que resulte la Feria de Olivenza.

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