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Paloma San Basilio, en una escena de «La décima musa» - EFE

«La décima musa», mitos, leyendas y musicales

Paloma San Basilio inauguró anoche el 62 Festival de Teatro Clásico de Mérida

- Mérida Actualizado: Guardar
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Calíope. Clio, Erato, Euterpe, Melpóneme, Polimnia, Talia, Terpsicore y Veronia eran las nueve musas del dios Apolo. Ellas inspiraban el arte, la historia, el teatro, la astronomía, la danza... Y a ellas hay que sumarle a Peristera; o, lo que es lo mismo, a Paloma San Basilio. La cantante es «la décima musa», la musa de la igualdad, en el espectáculo que ha inaugurado el 62 Festival de Teatro Clásico de Mérida, y que contó con la presencia del ministro de Educación, Cultura y Deporte en funciones, Íñigo Méndez de Vigo, y el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara.

A menudo ha buscado el certamen emeritense escapar hacia disciplinas que poco tienen que ver, al menos aparentemente, con el teatro clásico canónico.

Sus responsables han buscado en esta ocasión la complicidad de un género que ha encontrado con frecuencia inspiración en los temas y los textos grecolatinos: el musical. Y han pensado en la que es sin duda una de sus grandes figuras: Paloma San Basilio, reclamo popular para un festival pensado y diseñado, según palabras de su director, Jesús Cimarro, para todos los públicos.

«La décima musa» es un cuentecito (léase el término sin connotaciones despectivas) armado en torno a un puñado de mitos femeninos de la Antigüedad (de Galatea a Fedra, pasando por Antígona o Europa) en el que se reclama el lugar que la mujer merece a la hora de contar la historia. Sobre este tronco se hilan varias canciones de distintas comedias musicales y operetas (algunas más populares que otras) de autores como Stephen Sondheim, Alan Menken, Kurt Weill, Andrew Lloyd Webber o Jacques Offenbach.

La hilazón es el encuentro en escena de los dioses Baco y Apolo, con la intención de celebrar a los grandes héroes clásicos y recordarlos con los espectadores. En ese momento irrumpe una desconocida, que protesta y reclama que se dé a las grandes mujeres de la mitología el espacio que les corresponde.

«Los mitos y leyendas de la Grecia clásica -dice Josep María Mestres- son cuentos que nos hemos repetido una y otra vez para intentar comprender quienes somos, para desentrañar nuestros miedos y nuestros deseos más profundos. Con pocas palabras, casi siempre del modo más directo, hay canciones que también ejercen esta función, canciones que actúan como un bálsamo para nuestro espíritu».

La base del espectáculo

Es la base del espectáculo: tender un puente entre la antigüedad clásica, entre sus personajes y sus historias, y el espectador de hoy, y hacerlo a través del género musical, con canciones compuestas en tiempos diferentes, pero con la misma intención que tiene todo aquel que se sube a un escenario: contar historias, expresar emociones, volcar sentimientos. «La décima musa» es un espectáculo sencillo, sin mayores pretensiones que ofrecer hora y media de entretenimiento al público a través de su historia y, sobre todo, de sus canciones; está hilado con habilidad por Guillem Jordi Graells con un texto de tinte naïf y que acaricia el espectáculo.

Paloma San Basilio, la maestra de ceremonias, es una artista de una jerarquía incuestionable, y lo demuestra en este espectáculo, que podrá verse este fin de semana y que tiene previsto viajar después a Barcelona y Madrid. Le acompañan dos pesos pesados de nuestro teatro musical: Ignasi Vidal y David Ordinas, dos extraordinarias voces que brillan respectivamente en canciones como «Si no puedo amarla», de «La bella y la bestia», y «Being alive», de Company. Un envoltorio efectivo y la excelente labor musical de Juan Esteban Cuacci completan un bello espectáculo.

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