La escritora Eva Blanch, esta semana en Barcelona
La escritora Eva Blanch, esta semana en Barcelona - INÉS BAUCELLS

Eva Blanch recrea los últimos momentos de Esther Tusquets

La cuñada de la editora publica «Corazón amarillo sangre azul», novela con la que no ha querido «hacer un ajuste de cuentas»

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Esther Tusquets (1936-2012) se ha ganado la posteridad convertida en género literario. Si hace un año, su hija Milena evocaba a su compleja madre en «También esto pasará» (Anagrama), ahora su cuñada, Eva Blanch, refleja los últimos momentos de la editora en «Corazón amarillo sangre azul» (Tusquets). «No se trata de una crónica ni de una novela en clave», se apresura a advertirnos la autora, cuyo alter ego literario es Clara. Estamos en Pedralbes, el barrio de las clases altas barcelonesas. Cuando la salud comenzó a declinar, Esther Tusquets se presentó en la casa de su hermano, el arquitecto y pintor Óscar Tusquets: «Como podrás imaginar, he venido aquí a morir», le espetó.

De la casa, la editora pasó al hospital y de ahí a un geriátrico.

Cuando llegó la muerte, la amiga más íntima de Esther, Ana María Moix, dijo que a quien llamaba Corazón Amarillo Sangre Azul se fue del mundo con sencillez, dejando un mensaje a la altura de su ironía: «Dejad en paz a los alcohólicos y no olvidéis que los cisnes cantan antes de morir». El «Corazón Amarillo Sangre Azul» le sirvió a Blanch como título para una novela que desmiente las palabras de Moix. «Fue un tsunami que ha llenado de fantasmas mi cabeza y ha alejado a mi marido de mi lado. Hoy me siento y escribo y el dolor en el pecho disminuye. Ya pediré perdón si acabo lo que ahora empiezo…».

Aunque la autora insiste en que todo eso lo dice Clara, es fácil identificar al entorno Tusquets: además de Óscar, su hija Milena, Ana Maria Moix y el fotógrafo Oriol Maspons, Pere Gimferrer… ¿Supieron algo de esta novela, escrita entre diciembre de 2012 y diciembre de 2015? «Me he inspirado en ellos pero no son ellos, he querido transmitir la relación entre una mujer joven y una anciana tan especial… Esther te enganchaba. Se la adoraba temiéndola. Podía ser déspota y el colmo de la generosidad... Eduardo Mendoza fue la única persona que leyó el manuscrito cuando estaba a medias y no quise leer la novela de Milena hasta que entregué la mía».

Esther Tusquets, apunta Blanch, «daría para varias novelas». Las reflexiones de Héctor –trasunto de Óscar Tusquets- acaban convergiendo con su situación actual. En la novela se lamenta de que ya no le compran pinturas como antes de la crisis Esa sinceridad, apenas camuflada por lo novelesco, aflora al final de la conversación: «No he querido hacer un ajuste de cuentas, sino demostrar hasta qué punto te has de hacer daño para llegar al lector», confiesa Blanch, liberada ya de su armadura literaria.

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