LIBROS

Lidia Chukóvskaia contra la censura comunista

En «Crónica de un silencio», la autora de «Sofia Petrovna» documenta cómo la condenaron a la inexistencia por criticar al régimen

Jaime G. Mora

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Después de dos décadas esperando a que le permitieran publicar « Sofia Petrovna », la novela que había escrito a escondidas en un cuaderno escolar entre 1939 y 1940 por miedo a que las autoridades de la Unión Soviética la ejecutaran también a ella, igual que hicieron con su marido dos años antes, Lidia Chukóvskaia (San Petersburgo, 1907; Moscú, 1996) llegó a un acuerdo con una editorial para mandar el libro a imprenta. La alegría le duró poco. La desestalinización había relajado la represión política y liberado a presos del Gulag, pero no estaba dispuesta a tolerar la crítica. «"Arriba" se había producido un cambio de rumbo, reinaba el descontento: la literatura profundizaba demasiado en las «consecuencias del culto»; era preciso hablar de los logros, y no de los «errores» –escribió Chukóvskaia–. ¿Para qué echar sal en las heridas?».

Su «Sofia Petrovna» siguió condenada al silencio otros treinta años; una época en la que Chukóvskaia, lejos de resignarse, luchó por su obra. En 1964 criticó ferozmente la persecución al poeta Joseph Brodsky y, a través de una serie de cartas, lamentó después la deportación del premio Nobel Aleksandr Solzhenitsyn . Cuando fueron a por el físico Andréi Sájarov , Chukóvskaia también salió en su defensa. La Unión de Escritores, una especie de sindicato vertical al que debían adscribirse los autores, decidió hacer lo mismo con ella. En « Crónica de un silencio » (Errata Naturae, 2020), un libro para entender la represión del régimen sobre los artistas, Chukóvskaia documenta cómo un jurado de escritores la condenó a la inexistencia en la literatura.

Lo primero, antes de la condena, fue la cuarentena preventiva: tras el veto a Sofia Petrovna ninguna editorial se atrevió ya a publicar nada con la firma de Chukóvskaia, y además retiraron de la circulación los libros que habían salido con anterioridad. Durante el periodo de la censura había publicado algunos textos aceptando someterse a la lógica de la calculadora: «Si aceptas hacer tal o cual concesión, te permitirán decir otra cosa que consideras extremadamente importante. Si no cedes, no te dejarán decir nada. Haz cuentas, ¿qué te parece más razonable?». Luego fueron las primeras advertencias. Por su compromiso público con los escritores disidentes a ella le tocó una «amonestación con registro en el expediente personal», el paso previo al juicio, que llegó después de que sus dos novelas «Sofia Petrovna» e « Inmersión » fueran publicadas en el extranjero.

No tuvo muchas opciones para defenderse. «Un miembro de la Unión de Escritores está obligado a participar en la construcción del comunismo» y, por unanimidad, decretaron su expulsión. Destruyeron todas sus obras, retiraron su firma de cualquier texto que hubiera escrito, la eliminaron de la enciclopedia e incluso la excluyeron de la memoria de su padre, el intelectual Kornéi Chukovski . «Si un memorialista escribía: «Lidia Kornéievna abrió la puerta» o «Lidia Kornéievna se sentó a la mesa», esa frase se tachaba –explica–. Yo nunca abrí la puerta de me senté. Yo no estuve». Si alguien le mandaba bolígrafos, le llegaban mutilados, con las puntas cortadas con navajas. También le requisaban los medicamentos del correo.

Chukóvskaia se aisló en su soledad, pues cualquiera que se relacionara con ella era sospechoso de disidente, y durante décadas fue una autora olvidada. Pero ella estaba en lo cierto: «La palabra verdadera es invencible y, si resulta vencida, es solo por poco tiempo». Su obra pervive como un valioso testimonio de resistencia.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación