Iván Vélez: «La mayoría de indígenas querían mucho a Cortés por acabar con el yugo mexica»

En su nuevo libro «La conquista de México: una Nueva España», el autor conquense profundiza en los aspectos legales y bélicos de la campaña de Cortés

Iván Vélez ABC
César Cervera

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Iván Vélez (Cuenca, 1972) niega la mayor tras publicar recientemente « La conquista de México: una Nueva España » (La Esfera de los Libros). No, no se ha puesto de acuerdo con el presidente de México López Obrador para poner de actualidad a Hernán Cortés . No están compinchados para lograr que estos días todo el mundo hable de un conquistador que lleva cinco siglos muerto. La publicidad para su libro ha llegado gratis, sin sofisticadas campañas de márketing, simplemente porque el debate en torno a la figura del extremeño no está cerrado ni en México ni en España. La conmemoración de los 500 años de la Conquista de México ha removido viejos fantasmas.

«Decir que aquello fue una invasión extranjera no tiene el mínimo sentido. México no existía como tal , ni política ni geográficamente. Los pueblos mexicas era muy distintos y hostiles entre sí, aparte de que no ocupaban el actual territorio mexicano. En muchos sentidos, Cortés liberó esos pueblos », aclara Vélez, que considera que la construcción del actual México se cimienta precisamente en el virreinato de Nueva España.

En 2014, el autor conquense prometió ante la tumba de Hernán Cortés, una lápida minúscula en la Ciudad de México, hacer un ensayo sobre la vida y obra del extremeño , de modo que los españoles y los mexicanos entendieran cómo su imagen ha sido degradada tanto cómo para pasar en cuestión de un siglo de ser el padre de México a estar enterrado a mal y tarde como un apátrida. En su nueva obra sobre el de Medellín, este arquitecto e investigador vinculado a la Fundación Gustavo Bueno busca el equilibro, a través de las fuentes originales, entre los que presentan hoy a los conquistadores como superhombres con coraza y quienes les describen como depredadores.

«La palabra conquista en sí distorsiona un poco los hechos y lo reduce todo a sangre y codicia . Más allá de las cuestiones económicas está la idea de la fama (la clásica, no la actual), que mueve a todos ellos casi por encima del oro, emular a los héroes de la antigüedad, el fervor religioso, ligarse a los reyes, el ascenso social…. Por la mera codicia no se explica nada», apunta el autor de «La conquista de México: una Nueva España». Vélez recuerda que la fase militar solo ocupa una parte de la empresa de Cortés: «Desde el principio, el extremeño escribió a su padre para que mandara cuanto antes ovejas, cultivos españoles y todo tipo de productos. Siempre tuvo en mente ir a China y encontrar un paso natural hacia el Pacífico».

En este sentido el investigador conquense se revuelve contra la imagen clásica de los conquistadores morenos, analfabetos y brutos. «Si te vas a las crónicas encuentras a todo tipo de perfiles, desde conversos, bachilleres, soldados a hidalgos . No era una panda de imbéciles que iban pegándose por un puñado de oro». El propio Cortés era más que un desarrapado con ínfulas. De forma poco precisa, se le ha definido tradicionalmente como un hidalgo pobre , lo cual cuestiona Vélez: «No está tan claro. Si se hubiera quedado en Medellín hubiera vivido bien toda su vida, porque su familia tenía tierras y un molino, que era una industria muy potente en el siglo XVI».

Tampoco era ningún analfabeto , sino alguien de «una educación solvente y con algunas lecturas clásicas en su saber». «Tenía un gran dominio de la pluma y conocía las leyes. Sabía manejarse en las estructuras del Imperio español, que estaban muy marcadas por los legalismos», explica. En este laberinto legal, el de Medellín trató de legitimar sus dudosas acciones , que desobedecían las instrucciones del gobernador de Cuba, al vincularse directamente con la voluntad de Carlos I. Uno de sus mayores aciertos fue la fundación del cabildo de la Villa Rica de la Veracruz : «Sin esta institución castellana no hubiera habido arraigo. Con aquella decisión de replicar una de las estructuras de frontera usadas en la Reconquista, se marcó un punto de inflexión en toda la conquista de América y Cortés se reveló como un individuo con una enorme visión histórica».

Lo que resulta más difícil de delimitar es cuánto tuvieron de improvisación y cuánto de plan español los acontecimientos posteriores que condujeron al derrumbe de la Triple Alianza , el poder hegemónico en ese momento en el Valle de México. Si bien cabe sospechar que Cortés tenía algunas referencias sobre lo que podía encontrarse en el interior, lo que verdaderamente definió su campaña fueron sus « increíbles reflejos para adaptarse a las circunstancias que se fue encontrando ». «Era un hombre astuto, un gran conocedor de la naturaleza humana, que se dio cuenta de que eso no era la arcadia feliz que dice hoy el indigenismo radical, sino un foco de tensiones internas de las que sacó provecho», asegura Vélez. Así lo expresa el propio conquistador: «Vista la discordia y disconformidad de los unos y de los otros, no hube poco placer, porque me pareció hacer mucho a mi propósito...».

Conforme avanzaron hacia la capital azteca, Cortés y sus hombres fueron recibiendo más información y más aliados. Adelantándose probablemente a los propios planes de Moctezuma para matar a los españoles, Cortés capturó a este «guerrero feroz» en Tenochtitlán y lo usó de escudo humano. «Dentro de la reconstrucciones históricas posteriores, se viste a Moctezuma como alguien débil para así justificar la supuesta pérdida de soberanía de los mexicas. Lo cierto es que la situación le sobrepasó y sus planes no dieron resultado, aunque no era ningún bobo».

En opinión de Vélez, la prueba de que Cortés ejerció a ojos de muchos mexicas como una suerte de liberador es que « siempre fue muy querido por la mayoría de pueblos indígenas ». «Sin ir más lejos, cuando vuelve de la nefasta expedición a las Hibueras, donde se le da por muerto y se ven las flaquezas del héroe, los indígenas lo reciben casi como un líder mesiánico. La única explicación de este cariño es porque el extremeño los había liberado del yugo mexica, podían comer sal y no tenían que entregar esclavos cada año. Habían mejorado sus condiciones, aunque obviamente tampoco habían pasado a un estado de bienestar pleno».

Frente a la ausencia de grandes actos institucionales en torno a los 500 años de la llegada de Cortés, Vélez considera que la retirada española de estos temas y territorios escenifica que « el peso de la Leyenda Negra sigue siendo enorme y causa unos complejos enormes . Fíjese que este año se celebra la llegada de Cortés y su encuentro con Moctezuma, es decir, que ni siquiera hay derramamiento de sangre ni actividad militar de por medio. Incluso celebrar ese encuentro está causando controversia».

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