Unicaja tendrá que esperar

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El encuentro era una especie de reválida para este Unicaja que domina la ACB, pero que aún no había logrado ningún triunfo de campanillas. Un proyecto bien armado, con un porvenir magnífico al que le faltaba confirmar esas sensaciones. El escenario en Gran Canaria era propicio para lograrlo. Ante el Barça y en unas semifinales de Copa que hacía seis años que no pisaba, los andaluces querían brillar para demostrar al gran público que su liderato en la Liga Endesa no es una anécdota.

El ambiente desangelado del Gran Canaria Arena, propiciado por la eliminación del Herbalife y el final del carnaval, no deslució el encuentro. Fue el Barcelona el que mejor se encontró en el inicio, con un DeShawn Thomas desconocido, por lo acertado.

Sus tres triples en los primeros minutos anticipaban un festival desde el perímetro al que se sumó el Unicaja. 26 triples entre los dos. Récord de la competición.

Despierta Kuzminskas

Lejos de venirse abajo, el Unicaja tiraba de casta para mantenerse en el partido. Suárez encarnó esa lucha bajo los aros, que se tradujo en un dominio absoluto del rebote ofensivo. Segundas oportunidades de las que sacó provecho el conjunto andaluz para mantener cierto equilibrio en el marcador al final del primer cuarto (18-15).

La entrada en escena de Kuzminskas y Granger, los mejores del Unicaja en cuartos de final y sus dos promesas más importantes, varió el rumbo del partido. El lituano, de cuerpo desgarbado y envergadura infinita, es capaz de hacer tantas cosas bien que resulta complicado frenarle. Su asociación con el base uruguayo le ha dado muchos triunfos este año a Unicaja y ayer volvió a funcionar a la perfección por minutos.

Entre ambos fabricaron un parcial de 13-4 que mandó un aviso a Xavi Pascual (24-28, m. 15). El técnico azulgrana tiene tantas piezas valiosas en su vestuario que en ocasiones le toca sacrificar a alguna. Ayer le tocó el turno a Abrines, héroe de cuartos ante el Valencia y apenas utilizado ante el Unicaja. En su lugar, brilló Hezonja, que evitó que la sangría en el marcador fuera mayor al descanso (34-39) y acabó siendo decisivo en el último cuarto.

El paseo cabizbajo de Pascual camino de los vestuarios anticipaba bronca. El técnico azulgrana ajustó piezas y la salida en tromba de sus jugadores equilibró el choque. Se produjo entonces un intercambio fantástico de golpes, con Granger y Suárez luciéndose en el Unicaja frente a Tomic y Oleson. El americano, que acaba de salir de una lesión, es la intensidad personificada, tanto en defensa como en ataque. Dos triples consecutivos nacidos en su muñeca catapultaron al Barça.

La irrupción de Lampe

El Unicaja se mantenía en el partido a duras penas cuando Xavi Pascual hizo su último movimiento. El definitivo. Maciej Lampe, en el ostracismo ese momento, entró en juego en esta Copa en el último cuarto del partido. Con el marcador empatado, el polaco aprovechó el apagón andaluz. 23 puntos consecutivos del Barcelona por solo cuatro de su rival (85-72). Imposible de remontar ya para un Unicaja combativo, al que le faltó experiencia en los minutos decisivos. Una derrota dolorosa que lleva al Barça a disputar su enésima final de la Copa del Rey en los últimos años, pero que no frena el buen camino de los andaluces, más convencidos que nunca de que, esta vez, el camino elegido es el adecuado.

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