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Oviedo-Cádiz CF (2-1): Sin Salvi se perdió el norte

El equipo amarillo firma una excelente media hora pero la lesión del sanluqueño y la entrada de Eddy ejecutan una condena provocada desde el banquillo

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Jesús Imaz, en un partido de la pasada temporada.
Jesús Imaz, en un partido de la pasada temporada.

El Cádiz CF tomaba el hogar asturiano, la tierra de Don Pelayo. Con una estrategia magistralmente diseñada por Cervera, las escaramuzas de Alvarito y Ortuño penetraban de forma dañina entre las trincheras carbayonas. Salvi infligía una herida de muerte y la batalla se declinaba del bando gaditano. Pero... el sanluqueño caía lesionado, víctima de un césped plagado de minas, y el movimiento táctico del entrenador propiciaba un cambio de tendencia confirmado con dos errores de la zaga que bloqueaban una victoria segura. Un triunfo para soñar.

Sin Salvi se perdía el norte y resultó imposible recuperarlo. El míster miraba al banquillo y escogía la peor opción, provocada por el marcador favorable. Elegía a Eddy Silvestre, por lo que se producía un cambio de sistema (recurría al triple pivote), alejaba a Alvarito del área y ofrecía una vida extra a un Oviedo finiquitado.

Al margenn por supuesto, de la nula aportación individual del recién entrado.

Dos errores del eje de la retaguardia en un par de cómodos centros laterales corroboraban el fiasco adelantado desde el banco. Y esclavo de ese primer fallo, el preparador ya sería incapaz de enmendar la pifia ante un adversario directo, que con muy poco se erigía en justo vencedor. Siempre duele perder, pero aún más cuando uno mismo se provoca la derrota de manera accidental.

Excelente primera media hora

Y eso que los visitantes golpeaban primero. Más sabe el diablo por viejo y, aunque Cervera probablemente se haya llevado alguna 'tarrascada' de Fernando Hierro en sus años mozos, la sabiduría y experiencia del míster cadista en los banquillos supera ampliamente a la del mito merengue. El técnico se jactaba del comentario de Arrasate, que aseguraba saber cómo jugaba este Cádiz CF, y protagonizaba un 'revival' con el mismo once de Soria pero con ligeras modificaciones. Pequeñas pero suficientes para marcar la diferencia.

El cuadro gaditano iniciaba su juego de presión cerca del área carbayona, muy adelantado, resaltando el defecto del adversario en su salida de balón lenta y defectuosa. Lo lograba uniendo a Ortuño y Alvarito por el centro, con Imaz escorado a la banda zurda, aprovechando a su vez la velocidad de los dos puntas para buscar continuamente la espalda a los zagueros asturianos. El de Utrera, con extrema movilidad y permutando la posición con su nuevo compañero, descomponía a la defensa rival y disponía de la primera ocasión en un chut forzado.

El Cádiz CF controlaba el choque ante una excitadísima parroquia local que contagiaba la ansiedad a sus jugadores, aún más con el gol anulado por un supuesto fuera de juego que no se percibe como tal. Visto así, queda la impresión año y medio después de que los amarillos le birlaron el ascenso a los ovetenses, no al contrario como sucedió. El único instante de silencio lo provocaba Salvi, agarrando un rechace a disparo de Álvaro que convertía en boca de gol en el primer tanto del encuentro.

La posesión del Oviedo se antojaba ineficaz porque los amarillos mandaban en el juego y ahora en el resultado. Todo acompañaba excepto un terreno de juego infame, que provocaba numerosos e inoportunos resbalones y pronto abrazaba a Salvi para ofrecerle la peor noticia. Lesionado.

El mal del sanluqueño destrozaba el plan de Cervera, que sigue mostrando una confianza indefendible en Eddy Silvestre. Muchos retoques y poco halagüeña la noticia llegada desde el banquillo. El almeriense sustituía al goleador, creando un triángulo en la medular con Abdullah en el vértice superior y obligando a Álvaro a caer a la derecha pese a su grandísima actuación por detrás de Ortuño.

La tendencia comenzaba a meter al Cádiz CF cada vez más atrás. Los parones favorecían sorprendentemente a los locales, que a fuerza de centros y empujados por la grada creaban algunos problemas bien solventados por los centrales. Con un único error, solitario y decisivo. Una asistencia bombeada desde la zurda por Saúl Berjón multiplicaba su valor con el simple giro de cuello de Linares ante la pasividad de Aridane y Sankaré, que perdían de vista al ratonero atacante.

La excelente media hora de los pupilos de Cervera perdía todo su efecto en esta acción aislada y mal defendida que otorgaba nuevos bríos a los de Fernando Hierro, espoleados en el descanso. Toché avisaba con un disparo repelido con dificultades por Cifuentes. El centro del campo, con la entrada de Silvestre (un jugador más), incluso perdía fortaleza y los azules llegaban como aviones. Un enorme centro de Susaeta por la derecha lo culminaba Christian Fernández con un testarazo sin opciones para el meta. El Oviedo volteaba el marcador minutos después de hacerlo con el juego.

Este Cádiz CF compite siempre y reaccionaba con timidez, buscando las cosquillas a Juan Carlos con Alvarito y Ortuño jalando del carro. Su rival daba el paso atrás, con la misión de decidir al contragolpe. Pero hacía falta más, y Cervera sufría en el banquillo porque su primer cambio ya condicionaba los restantes.

No se atrevía a deshacer el triple pivote, trocando a Imaz por Aketxe como solución individual y no colectiva. Al menos el extremo utrerano regresaba a su hábitat natural, la izquierda, donde produce más dolor en el enemigo que a pierna cambiada. Pero necesitaba más, mucho más.

Aitor se convertía en la última bala. La solución para recuperar el norte, perdido desde la lesión de Salvi a la media hora. Pero la segunda parte de los amarillos puede ser la peor de este 2017; hacía tiempo que no se veía a un Cádiz CF tan incapaz. A un Cádiz CF al que poco se le puede exigir, pero del que no se puede esconder su realidad.

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