Apuntes

La consumación de Matadero

La capital gaditana vivió ayer uno de los escasos momentos felices en materia de vivienda con la entrega de un centenar de pisos tan esperados como necesarios

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Han sido casi once años de gestión y proyecto. La cesión del suelo se produjo cuando arrancaba el siglo. Ocho, largos, de construcción con parones, esperas, polémicas y desesperaciones diversas. Pero bien está lo que bien acaba. Sobre todo cuando se trata de 102 pisos tan esperados como necesarios. Son viviendas para familias que viven en circunstancias difíciles y precisaban una vivienda digna. Son las que más necesitan de un lugar en el que tratar de tener unas condiciones mínimas con las que seguir adelante. Son las que más han dudado y rezado -entre otras muchas que esperan idéntica solución- y por eso vivieron el día como una fiesta. Por más retraso que se produjera, fue como una liberación porque la necesidad siempre ha existido. De hecho, no ha dejado de crecer. Dadas las circunstancias, además, cabe pensar que será difícil volver a vivir una situación similar en los próximo años. Quizás habrá que esperar, en la capital gaditana, a la reconstrucción del entorno del antiguo cuartel de la Guardia Civil, en San Severiano, para presenciar una operación urbanística de servicio social similar en dimensiones a la culminada ayer.

Pero la reacción de los adjudicatarios, su alegría desbordada o su alivio discreto refuerza la necesidad de este tipo de actuaciones que deben ser prioritarias para todas las administraciones por muy difíciles que sean las cábalas presupuestarias. De hecho, de la Junta de Andalucía es la responsabilidad de reactivar la rehabilitación de viviendas en el centro y la de poner en marcha la segunda fase de los pisos de Matadero, aún en un estado embrionario. La dignidad de tantas familias de Cádiz merece que el episodio de ayer tenga continuidad.