ESPAÑA

De tocar el cielo a mirar el infierno

El mapa actual del poder institucional en España es el negativo de la foto de hace tres décadas

MADRID. Actualizado: Guardar
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Hace 30 años, el PSOE era todopoderoso; hoy corre el riesgo de convertirse en un partido irrelevante. Felipe González gobernó con el brutal respaldo de 202 diputados; los socialistas casi duplicaron en votos a Alianza Popular en las elecciones municipales de 1981y se hicieron con los ayuntamientos de 33 capitales de provincia, entre ellas nueve de las diez ciudades más pobladas, solo Bilbao escapó a su control; en las autonómicas se dieron otro paseo triunfal y gobernaron en 12 de las 17 comunidades. Se podía decir, salvando las distancias históricas y geográficas con los tiempos de Felipe II, que en el imperio socialista no se ponía el sol.

Tres décadas después, el PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba está instalado hoy en el negativo de aquella fotografía. El PP es el hegemónico, Mariano Rajoy tiene una potente mayoría absoluta parlamentaria, gobierna en 34 capitales y rige los destinos de 13 autonomías. Los socialistas se lamen las heridas en el grupo parlamentario más pequeño de su historia, apenas mandan, y de chiripa, en dos autonomías y en nueve pequeñas capitales, salvo Zaragoza.

El socialismo vivió su edad de oro con Felipe González, repitió mayoría absoluta tres legislaturas seguidas, una marca nunca vista en los países del entorno europeo, y muy improbable que se repita en España. Con todo el PSOE tuvo que sufrir disputas internas, como las que amagan con aflorar ahora. El enfrentamiento entre guerristas y renovadores en los noventa partió al PSOE en canal. Nadie pudo declararse al margen de aquella lucha fratricida por el control del partido y por el mensaje ideológico.

Querencia por las disputas

González trató de situarse por encima de aquella pugna, pero al final acabó por tomar partido por los renovadores de Carlos Solchaga, Narcís Serra, Javier Solana y Joaquín Almunia, con el sobrevenido José Bono, desertor de las filas del guerrismo. En el bando del vicesecretario general se alinearon dirigentes de peso en aquellos años, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Txiki Benegas, Francisco Fernández Marugán y Matilde Fernández.

Aquella 'guerra civil' tuvo su armisticio con la salida del Gobierno en 1996, aunque para entonces solo quedaban rescoldos de la batalla.

Los socialistas tienen una contrastada querencia hacia la disputa interna, y las primarias de 1998 por la candidatura a la Presidencia del Gobierno entre Almunia, a la sazón secretario general del partido, y José Borrell, reavivaron las brasas mas la sangre no llegó al río. La rotunda derrota de 2000, dio paso a un proceso inédito en el 35 congreso, con cuatro candidatos en liza.

De aquella asamblea emergió el liderazgo de José Luis Rodríguez Zapatero, y con la victoria electoral de 2004 llegó la paz absoluta. Los días de unión fraternal saltaron por los aires con la derrota del 20 de noviembre pasado. A diferencia de lo que ocurrió entre guerristas y renovadors, no hay diferencias ideológicas, son discrepancias estratégicas. Los antagonismos con el pan del poder son llevaderos, pero con el hambre de la oposición se hacen infranqueables.