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EE.UU. y nosotros

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Las elecciones estadounidenses, en su conjunto, influyen más en España que las de ningún otro país. Obama no ha podido responder a las desorbitadas esperanzas que despertó tras el catastrófico Bush. Pero su alternativa es ahora un Romney que no ha dudado en apoyar sin condiciones un ataque de Israel a Irán y su recién elegido segundo, Paul Ryan, destaca por su desprecio a la 'mediocre' y 'vaga' Europa, prometiendo erradicar en su América el apoyo a los más débiles. Como los recortes están haciendo ya desaparecer aquí esos apoyos, 'gracias' a otro país europeo que emplea la misma excusa moralista para justificar su injusta campaña contra los del sur. En los Estados Unidos apoyan esa política en favor del triunfo del más fuerte, invirtiendo en las elecciones docenas de millones de dólares de origen (poco) dudoso, magnates como Adelson, al que aquí quieren atraer también, para que apoye desde sus casinos, 'hoteles' y similares, a los más significados 'recortadores', como Mas y Aguirre, fieles servidores de la ideología e intereses de ese país europeo.

Existen etarras que están arrepentidos de los delitos cometidos, pero existe otra parte que es la ETA radical que no acepta ningún tipo de cambio y no quieren que la banda armada se disuelva. Yo vivo en Euskadi y existen tres bandos: están los que no quieren dejar las armas, los que las quieren dejar y los que las abandonaron totalmente las armas pero quieren la independencia. Yo creo que el Gobierno no admite un referendum porque el 80% de los vascos quieren la independencia política y soberana de la región.

Aparte de la crisis, ya se dijo por activa y por pasiva que la zona naranja es un graso error. Ya se advirtió que los visitantes se marcharán a otras playas, como está ocurriendo claramente. Este problema era previsible, pero nuestros dirigentes locales no tienen las ideas claras.

Esta es la presión que temo y a la que considero que la plantilla técnica no está preparada por su bisoñés. Es la propia de un equipo que está obligado a conseguir el ascenso por la imperiosa necesidad de estar en el lugar que le corresponde y que no lo consigue en múltiples ocasiones.