EL CANDELABRO

¡VAMOS!

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No hay peor guerra que la guerra civil, por fratricida. No hay peor enemigo que el vecino, pues nada se ama u odia tanto como lo cercano. Y, en consecuencia, no hay peor tiranía que la que se puede llegar a sufrir en el seno de la propia familia. De esto sabía mucho Freud. Y ahora se nos acaba de revelar como una auténtica experta Arantxa Sánchez Vicario. Al menos, esa es la versión que ofrece la tenista en la autobiografía que hoy mismo publica bajo el título de '¡Vamos! Memorias de una lucha, una vida y una mujer'. Esa mujer, Arantxa, confiesa sin tapujos que no se habla con su familia, y que tras muchos años de ser manipulada y controlada por sus padres se encuentra con que, para remate, la han dejado prácticamente en la ruina y con problemas con Hacienda, mientras que sus hermanos varones, sin haber llegado tan lejos como ella en el tenis, viven desahogadamente. La verdad es que llueve sobre mojado porque del férreo marcaje que ejercían los Vicario sobre su hija pequeña siempre han existido rumores. Ahora la propia Arantxa los confirma. Más que eso. Su testimonio deja pequeñas las sospechas. Porque una cosa es que en la caprichosa lotería de la vida te toque una madre castradora y otra que encima te toque un padre que se apropia de tus bienes.

De ser cierto lo que cuenta la tenista, desde luego tiene pleno al quince para ser carne de diván. Choca la relación abusiva de esos padres con su hija y choca todavía más la necesidad que tiene ella de airearlo. Porque una cosa es enfadarte con tus progenitores y otra ponerles a bajar de un burro ante el mundo entero. Su actitud recuerda a la de la víctima de una dictadura que necesita recurrir a la memoria (histórica o familiar) para señalar a sus verdugos, pedir justicia y vaciar su resentimiento. Lo malo es que aquí los verdugos, lo quiera Arantxa o no, son y serán siempre sus padres, los abuelos de sus hijos. Así que muy convencida, muy harta o muy desesperada se ha tenido que ver la tenista para lanzarse a semejante guerra parricida al grito de ¡Vamos!