Soldados evitan la entrada de decenas de palestinos en territorio israelí a través de la frontera con Siria. :: STR / REUTERS
represión

Israel impide con un baño de sangre la 'invasión' palestina

Al menos 15 muertos en los intentos de decenas de personas por entrar a Jerusalén a través de Siria, Líbano y Gaza en el Día de la Catástrofe

Jerusalén Actualizado: Guardar
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Si estamos o no ante la versión palestina de las revueltas árabes ya se verá, pero lo cierto es que ayer miles de ellos intentaron forzar las fronteras con Israel desde Siria, Líbano y Gaza en un movimiento posiblemente inspirado en los alzamientos populares que recorren la región, y que terminó en un baño de sangre. Era el Día de la Nakba (catástrofe), 63º aniversario de la desposesión que supuso la creación en 1948 del Estado de Israel y las infiltraciones y acercamientos de los palestinos a las líneas divisorias fueron respondidos con fuego por el Ejército judío.

Los incidentes más graves se registraron en la meseta del Golán siria ocupada por Israel desde 1967, un territorio ajeno a todo tipo de violencia hace décadas, donde al menos cinco palestinos resultaron muertos y 45 heridos víctimas de los disparos de las fuerzas israelíes, que también desplegaron helicópteros de combate. En la frontera libanesa, a la altura de la localidad de Ras Maroun, las bajas ascendían a diez, según la cadena Al-Arabiya, mientras que dentro de Gaza fuentes médicas contabilizaron hasta 45 heridos en una manifestación de mil personas que fue frenada con obuses y ametralladoras cuando trató de aproximarse al cruce de Erez. Los choques con piedras y gases lacrimógenos se reprodujeron en Jerusalén Este y Qalandia, cerca de Ramala, donde las concentraciones fueron pacíficas. Lejos de allí, en Tel Aviv, la embestida de un camión conducido por un árabe israelí contra coches y peatones causó un muerto en lo que se investiga si pudo constituir un atentado.

Los disturbios sumergían de forma directa a Israel en la agitación regional. Su primer ministro, Benjamín Netanyahu, asumía haber dado personalmente la orden de «salvaguardar la soberanía nacional», al tiempo que rechazaba a los «extremistas» que -dijo- convirtieron el día de ayer en una jornada de «incitación, violencia e ira». Desde el Ejército judío se culpó a Siria de haber permitido las infiltraciones en el Golán para distraer la «atención internacional de las matanzas que están ocurriendo en sus ciudades».

En nombre del gobierno de Damasco, el titular de Exteriores acusó a Tel Aviv de «prácticas criminales» y Egipto, controlado desde febrero por una junta militar tras el derrocamiento de Hosni Mubarak, condenó la «represión» israelí contra los palestinos. La misión internacional de Naciones Unidas en la frontera entre Líbano e Israel, en la que participa un millar de soldados españoles, hizo un llamamiento «a la máxima contención de las dos partes» para evitar más víctimas y propiciar «pasos inmediatos y concretos en la seguridad sobre el terreno».