¿QUIERES OTRA COPA?

Muchas veces nos quejamos de que cada vez es más difícil ir a un espectáculo deportivo y no estar con la mosca detrás de la oreja por si algún gracioso le da por sacar los pies del tiesto. Últimamente estamos entrando en una dinámica peligrosa en la que primero se ríen las gracias y después nos echamos las manos a la cabeza cuando vemos volar sillas en una cancha de baloncesto (ayer en el Olímpico de Badalona), encender bengalas en un campo de fútbol (el pasado miércoles en el Betis-Barcelona), intentar agredir a un presidente (hace unos días al de la Cultural Leonesa) o esquivar los objetos que se lanzan una serie de energúmenos a los que el deporte es lo último que les importa.

La pregunta es la de siempre. ¿De quién es la culpa? Educación, excesiva tolerancia, intereses económicos y personales de los clubes. Si aplicamos la teoría del todo vale y encontramos el sustento en el fin que justifica los medios corremos el serio riesgo de que, por ejemplo, el aficionado del Sevilla que 'quiere otra copa' (del rey) se tome algunas copas (de alcohol) de más y se confunda la noche del próximo miércoles al más puro estilo Dinio para descargar toda la ira concentrada que se está exponiendo los últimos días de cara al partido de ida del torneo del KO. O que la afición del Real Madrid se preocupe más de insultar a los aficionados del Sevilla que de disfrutar de la victoria ante el Mallorca.

Me parece bien que Del Nido y su equipo de trabajo intenten apelar al sentimiento de su gente para seguir vivo en su competición favorita y, de paso, hacer una buena caja en estos tiempos de crisis, pero tras el 'otro año igual' (en referencia al Betis), el león que se iban a comer en Bilbao «desde la melena a la cola» (en referencia al Athletic) y 'Vamos deixarte sen o titulo' (en referencia al acento portugués que tiene en la actualidad el vestuario madridista) se encierra una semilla dañina que no sólo crea una crispación innecesaria, sino que además, paradójicamente, puede empujarle hacia la derrota.