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Mourinho acorrala a Florentino

El entrenador está harto de que el club no le defienda y el director general lamenta que 'Mou' anteponga sus intereses al equipo La guerra entre el técnico luso y Jorge Valdano pone al presidente en el disparadero

MADRID. Actualizado: Guardar
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La fractura abierta entre José Mourinho y Jorge Valdano tiene difícil cura. Deja en una situación límite a Florentino Pérez, obligado a llamar a capítulo al técnico al que ha concedido mayores atribuciones, contratado por las urgencias del Madrid y porque su historial era la mejor garantía de éxito, o a cortar por lo sano y ofrecer alguna cabeza. Resulta complicado que el máximo dirigente pueda reconducir la situación sin ganarse enemigos o perder credibilidad.

Los protagonistas compartieron mesa presidencial ayer, con ocasión de la comida de Navidad celebrada por el club con las plantillas de fútbol y baloncesto. Se vieron las caras pero no estuvieron los tres juntos. Florentino se situó entre 'Mou' y Ettore Messina. Y Valdano entre Casillas y el vicepresidente Eduardo Fernández de Blas. Muy poco que rascar. Imposible escenificar la paz en tiempos de guerra.

«Estoy cansado de que me den una lista de errores graves del árbitro y quieren que sea yo el que ataque al colegiado y defienda a mi equipo. Tenemos un club, un organigrama, y quiero que la gente defienda a mi equipo, no sólo yo». No le citó directamente, pero 'Mou' apuntó a la línea de flotación de Valdano mientras golpeaba la mesa en la sala de prensa del Bernabéu, tras la sufrida victoria ante el Sevilla.

Se aprovechó de algo insólito en el mundo del fútbol: una relación de 13 fallos del aragonés Clos Gómez escrita en Word y con membrete del club. Fue elaborada por Megía Dávila, ex árbitro de Primera fichado en septiembre de 2009 por el Real Madrid para su departamento de relaciones institucionales. Minutos antes, Valdano afirmaba que al trencilla le vino grande el partido, pero no enjuiciaba sus errores. Tampoco entró a valorar que 'Mou' se hubiera calificado con un '11'. «Yo no tengo que desmentir al técnico», dijo.

Fuentes del club aseguran que las declaraciones de Mourinho fueron «incoherentes», «intempestivas» y «desafiantes». Un órdago que divide a la mayor institución del mundo. Mourinho no soporta «al argentino», tal y como le llama en privado, y no da puntada sin hilo. Quiere su cabeza aunque sabe que Florentino delega en Valdano muchos asuntos institucionales y que le necesita para no desgastarse. Le llevó como director general en sus primeras elecciones y, aunque el hispano-argentino dimitió años después, volvió a contar con él para liderar su segunda etapa.

Sin sintonía

En público y en privado, 'Mou' le ha dicho al presidente que no sintoniza con la política de fichajes. Desde el verano quiere otro '9', preferiblemente su compatriota Hugo Almeida. 'Mou' se siente desautorizado a raíz de la lesión de Higuaín. Propuso al club que le tratase un fisioterapeuta de Oporto, pero ni caso.

También reprocha a Valdano que se haya filtrado que Pepe quiere seis millones de euros netos al año para renovar. A su juicio, esa actitud contrasta con la publicación de que Sergio Ramos estaba renovado hasta 2017. Una decisión que no tendría el visto bueno del técnico. No le gustó que a la comida de los capitanes con los dirigentes para negociar las primas fueran Casillas y Ramos, y no se invitara a Marcelo y Mahamadou Diarra, tercer y cuarto capitán.

A Mourinho también le parece improcedente que las instalaciones de los campos de entrenamiento de Valdebebas carezcan de calefacción suficiente. Y, según apuntó en la Cope, que el club haya regalado un televisor a los jugadores de la primera plantilla y al técnico, y no a sus ayudantes. Como prueba de que, a su entender nadie le defiende, todavía no entiende por qué el club permitió hablar a Ramos dos días después de la manita sufrida en Barcelona, pese a que Mourinho había prohibido a los futbolistas realizar declaraciones tras ese partido. Otro apunte: le molestó que Valdano saludase a Manolo Preciado en Gijón.

Desde el entorno de Valdano, por el contrario, reprochan a Mourinho que intentase compaginar su trabajo en el Madrid con el de seleccionador de Portugal, que marque la agenda del club, de sus rivales y hasta del periodismo, que se enfrente a técnicos rivales, a los árbitros y a la UEFA, que subordine el club a sus intereses, o que critique a jóvenes como Pedro León y Canales. No se comprende su comparecencia nocturna del domingo. Pidió una reunión con Florentino y a continuación reconoció que habla con él todas las semanas. Habló de los méritos de un equipo de otro mundo y luego dijo que preferiría cambiar de canal y ver la liga vietnamita antes que el horrible choque ante el Sevilla.

Lamentan que huya de cuestiones futbolísticas. En el Camp Nou se limitó a decir que fue una derrota «fácil de digerir» y, tras ganar por la mínima al Sevilla, eludió contar por qué alineó juntos a Khedira y Lass. La labor de los colaboradores del portugués está en entredicho, y más después del empujón del preparador de porteros, que tiró por los suelos a Agustín Herrerín, el veterano delegado de campo, en la tangana que se produjo en el descanso del choque contra los hispalenses. El hacha de guerra está desenterrada.