Editorial

Ajuste duro pero sin sorpresas

El Gobierno cumple el expediente aunque deberá avanzar aún más en esta dirección

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El Consejo de Ministros de ayer, que se celebró mientras tenían lugar las primeras manifestaciones de los trabajadores del sector público, aprobó, como estaba previsto, el doloroso ajuste que habrá de permitirnos reducir significativamente el déficit público, hasta alcanzar el 6% del PIB el año próximo desde el 11,2% de 2009. Pese a los rumores que ayer circularon durante todo el día y de la amenaza de recursos legales que exhibieron los funcionarios tras reunirse la Mesa de la Función Pública, el Gobierno consumó el ajuste mediante un único decreto-ley y tres acuerdos complementarios de carácter técnico. Las medidas son las conocidas e incluyen la reducción salarial de los funcionarios entre el 0,56% y el 7% (5% en promedio) este año y congelación en 2011, sin que se vean afectadas las pensiones futuras; la no revalorización de las pensiones el año próximo; la eliminación del régimen transitorio para la jubilación parcial; la supresión del cheque bebé; la no retroactividad de las prestaciones por dependencia; medidas para reducir el gasto farmacéutico; reducción en 600 millones de la AOD y severos recortes en inversión en infraestructuras y en el gasto de autonomías y entes locales. El paquete de medidas constituye una herramienta de consolidación fiscal significativo, que Europa reclamaba para tranquilizar a los mercados y que, de momento, ha sido bien aceptada por las instituciones comunitarias. El sacrificio era indispensable, y aunque puede resultar opinable su composición, se trata de la primera medida verdaderamente contundente de un Gobierno que se ha comportado premiosamente y sin el debido realismo frente a la crisis. Por fortuna, el Gobierno no ha opacado el ajuste con veleidades demagógicas como el ya anunciado impuesto a las grandes fortunas, que hubiera incrementado la presión fiscal, amenazado el crecimiento y lanzado una señal equivocada a los mercados (el impuesto se implantará «en el momento oportuno» y será temporal, explicó Salgado). De momento, y aunque haya aún serias dudas sobre si el débil crecimiento económico de 2011 permitirá cumplir las previsiones, el Gobierno ha hecho los deberes y el expediente está cumplido, lo que no significa que no haya que profundizar aún más en esta dirección de austeridad que debió emprenderse hace ya mucho tiempo.