Tribuna

Crisis económica y política

PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE ENLACE ANDALUCISTA DE CÁDIZ (PA+PSA) Actualizado: Guardar
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Mientras que en mis recorridos a lo largo de las comarcas que componen la provincia de Cádiz cada día me encuentro más desempleados, más desilusión, más miedo al futuro, aprecio como para otros no existe la crisis, dentro de sus coches oficiales sólo existen cifras, números, encuestas y parcelas de poder.

Zapatero y Rajoy son la plasmación de la separación del mundo oficial de la sociedad real. Representan la clase del coche oficial. Recordemos como hace una semana se reunieron en la Moncloa por la crisis y no fueron capaces ni de hacerse una foto para animar a nuestra ciudadanía. No, no lo pueden hacer pues sus asesores tienen claro que tienen que jugar al juego de las dos Españas, esa que describía Machado. Una reunión en donde no se habló de los parados, pese a que estamos en cifras estratosféricas, sino sólo se habló de lo que le vamos a dar a Grecia, temas que no comprenden los parados, y de acelerar la fusión de las cajas de ahorros, quizás para tapar agujeros negros. Eso sí, «olvidaron» que podrían realizarse unas auditorias para ver los responsables de los «problemas» financieros. Me pregunto ¿dónde están los culpables de la crisis?, ¿se siguen forrando los mismos aún ahora? En estas cosas no difieren las posturas de PP y PSOE, son lo mismo, al igual que la postura de cómo se ayudó a la banca; mientras tanto ésta sigue teniendo grandes beneficios, invirtiendo en el extranjero, segundos compradores de bancos en Estados Unidos, y sin dejar de apretar las tuercas a ciudadanos y pequeños y medianos empresarios, comerciantes y autónomos.

Por ello, no es de extrañar que en la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas, publicada hace un par de días, Zapatero aparezca con poca o ninguna confianza del 49% del electorado socialista, y que Rajoy sea valorado negativamente en un 54% del electorado popular. No confían en ellos ni los suyos. No es extraño, pues el tratamiento que realizan de la corrupción, la falta de medidas ante la crisis económica, la falta de ilusión y de esperanza que inspiran, los une en una misma moneda con dos caras, sólo queda para diferenciarse el clericalismo o anticlericalismo, la memoria de la Guerra Incivil, el franquismo o los rojos, o sea, retomando las dos Españas, todo para preparar próximas elecciones. Como buenos partidos centralistas, han trasladado de Madrid sus citas y formas a Andalucía, donde tenemos un Griñán preocupado en realizar una campaña para que lo conozcan y le llamen «Pepe» y al ínclito Arenas «pepero», dispuesto a conseguir votos, aunque para ello se tenga que vestir de lagarterana. Mientras tanto hemos llegado al 27% de paro, siete puntos más que la media del Estado, y en la provincia de Cádiz al 32%, pero ellos siguen a lo suyo, el coche oficial, con críticas internas que suenan más o menos según las encuestas marquen tendencias. Pasando la legislatura, mejor dicho pasando el tiempo, sin gestión y sin buscar respuestas. Está claro que la crisis no es sólo económica sino también política.

A todo esto hay que buscar soluciones. La encuesta del CIS señalaba como el político más valorado para los españoles a Duran i Lleida, no es de extrañar, por ser un político que practica el sentido común y la moderación, lo cual indica una necesidad de superar a los bipartidarios, ese PSOE y PP que quieren un sistema de alternancia como el de la restauración y que arruinó al Estado español. Los grandes aparatos de estos dos partidos lo son en lo económico y en influencia, pero con modelos acabados sin perspectivas de futuro, acaso propiciando una mejor gestión pero sin otra perspectiva que la instalación en el poder. Ellos representan una España vieja, no la del siglo XXI y no están dispuestos a avanzar, o ¿acaso no siguen liados con la Guerra Incivil y el franquismo, sacándolos a menudo cuando la mayoría de la población española afortunadamente ya no vivió nada de ello?

A esta crisis política, las dos multinacionales de la política española, la trasladan también, pues tienen la concepción de los Ayuntamiento como la de un tablero de ajedrez, donde hay que ocupar casillas. Un ejemplo palmario de ello es lo que ha ocurrido en San Fernando. El PP plantea un cronograma para intentar una parcela de poder, retira del Ayuntamiento a la portavoz Pedemonte, compra a Moreno por un cargo, para luego provocar romper el pacto, todo pensando de cara a dentro de un año, las elecciones municipales, abandonando los intereses de los ciudadanos o, mejor dicho, sin importar nunca los intereses de la ciudadanía, si no verían que queda un cuarto de legislatura, que el Bicentenario del 2010 es una oportunidad única de relanzamiento de La Isla. Al final el estilo de deslealtad de Arenas prima en el PP, no los proyectos, la gestión, los intereses de los vecinos. Mientras tanto, en la otra barrera, el superambicioso e impaciente candidato del PSOE, López Gil, lleva los tres años de legislatura sin aceptar que el sistema electoral español no lo hace alcalde pues hay muchos más concejales y votos de La Isla en su contra, manteniendo su cabreo y su lucha sucia.

Se puede apreciar como en escala, del Estado a los municipios, los bipartidarios trasladan sus estilos y unas formas que son las que han convertido a la política en un problema para los españoles. Ellos han creado esta crisis del sistema de partidos porque ellos son los mayoritarios. Ellos podrían haber sacado medidas legislativas contra la corrupción pero no lo han hecho, claro está, que el mayor número de casos de corrupción los reúnen las dos multinacionales, que no aplican sus palabras a sus cargos públicos, sino que ahí están los casos de Camps o de la familia de Pajín. Ellos podrían modificar el sistema electoral, con claras injusticias para los minoritarios, pero sólo acuerdan que las papeletas del Senado sean más pequeñas cuando lo que se pide no es otra cosa que una reforma constitucional para que sirva de algo. Son las muestras de quiénes son el problema, y la rémora para buscar soluciones a la crisis económica y política de nuestra sociedad. Los andalucistas somos «alternativa» a ese juego bipartidista aquí en Andalucía, con un pensamiento municipalista, no con el de las casillas de ajedrez, algo distinto a ellos, y no somos la única fuerza distinta en todo el Estado. La segunda transición quizás se cumpla cuando el presidente del Gobierno no sea ni del PSOE ni del PP.