La Policía custodia el Parlamento frente a un manifestante. :: REUTERS
Economia

Grecia aprueba el plan antiquiebra

El Gobierno socialista impone su mayoría con toda la oposición en contraEl primer ministro Papandreu advirtió de que está preparado para «pagar un alto coste político» y castigar a los culpables

ATENAS. Actualizado: Guardar
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Algunos atenienses colocaban ayer flores y mensajes junto al tronco calcinado de la maceta que adornaba el banco Marfin de la avenida Stadiou, totalmente destruido. Fue donde el miércoles murieron asfixiados tres empleados tras un ataque con cócteles molotov durante los disturbios. Ayer ya tenían un nombre: Angeliki Papathanasopoulou, de 32 años y embarazada de cuatro meses, Paraskevi Zoulia, de 35, otra mujer, y un hombre, Epaminondas Tsakalis, de 36. Esas flores eran ayer lo único sereno en Atenas, en otra jornada de tensión en la que Grecia dio el primer paso para salir del abismo de su crisis económica. El Parlamento aprobó un severo plan de austeridad para los próximos años que, les guste o no a los griegos, les conduce a años muy duros. Aunque en realidad no se sabe qué porcentaje del país estaba dando realmente ese paso, pues hay una gran división política y una enorme oposición social.

Se trata de un brutal recorte de 30.000 millones de gasto público para lograr reducir el actual déficit descontrolado del 13,6% del PIB al 2,6% en 2014. Se congelan y reducen salarios de los funcionarios y se eliminan pagas extras, se eleva la edad de jubilación y el tiempo de cotización para las pensiones, se frenan inversiones, suben los impuestos y se facilita el despido. Habrá privatizaciones, liberalizaciones, adelgazamiento de la administración -por ejemplo, se pasa de 1.300 municipios a 340-, y una nueva lucha contra la corrupción y la evasión fiscal. Esta cura de caballo es la condición exigida por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para acudir en ayuda de Grecia.

Aprobar el plan fue posible por la mayoría absoluta del partido socialista (PASOK) del primer ministro Georgios Papandreu, aunque el problema es que no ganó las elecciones de octubre con este programa, pues entonces Grecia vivía aún en la inopia económica. El país se ha derrumbado después en siete meses, al destaparse la mentira estadística de sus balances, y ahora a Papandreu le toca lidiar con la catástrofe. Parece su destino y deberá ser muy impopular, pero quizá sea una bendición para el país que lo pueda hacer con una mayoría sólida y que esto haya sucedido nada más llegar al poder. En teoría los sondeos le dan un 56% de apoyo, pues los griegos saben que no es su culpa y no hay más remedio, pero la calle y la política es otra cosa. Se le ve solo contra la tempestad.

Ayer había de nuevo otra protesta, unas 10.000 personas ante el Parlamento mientras se votaba, y los sindicatos convocaban un nueva huelga general, la cuarta, para la próxima semana. Tampoco ayuda la bronca política griega, que parece desconocer el concepto de emergencia nacional. El principal partido de la oposición, Nueva Democracia (ND), de centro-derecha, se opone al plan, aunque la actual situación es en buena parte culpa suya, tras cinco años en el poder que dispararon el déficit mientras el Gobierno lo falseaba. La unidad política habría reforzado la imagen de Grecia, pero votaron en contra ND y también la izquierda, los comunistas KKE y el ala más extrema, Syryza. Incluso tres diputados socialistas se abstuvieron y Papandreu los echó del grupo.

Ahora Grecia necesita que la UE y el FMI acudan al rescate. El plan de austeridad era la condición para darle el dinero que necesita con urgencia, un crédito de 110.000 millones de euros, 80.000 de ellos aportados por la UE. Grecia ya no dispone de credibilidad en los mercados, sus títulos para hacerse prestar dinero tienen la categoría de basura y por eso los intereses que se le exigen son altísimos. Además, el 19 de mayo debe pagar el vencimiento de bonos por 9.000 millones. La única salida es apretarse el cinturón y aceptar este pacto doloroso, que a la UE también le urge para aislar el daño y evitar un contagio a otros países como Portugal, España e Italia. «O votamos a favor y aplicamos el acuerdo o condenamos a Grecia a la bancarrota», dijo ayer Papandreu, que aseguró sin rodeos que está preparado para «pagar un alto coste político», al tiempo que prometía luchar contra la corrupción y castigar a los responsables del actual desastre.