Berlusconi arropa a los candidatos de su partido durante uno de los últimos actos de la campaña en Roma. :: REUTERS
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Berlusconi, a examen en las regionales

El clima caldeado de los comicios enlaza con otro intento de agresión a 'Il Cavaliere' al ser interceptada una carta con amenazas y una bala El 82% del censo italiano vota en unas elecciones que miden el desgaste del magnate

ROMA. Actualizado: Guardar
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El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, se las prometía muy felices en Navidades tras la agresión que sufrió en Milán. El ataque borró sus escándalos, aumentó su popularidad, reforzó su papel de víctima y le dio pie para inventar un nuevo envoltorio publicitario para su formación: el PDL (Partido de la Libertad) era «el partido del amor, frente al odio y la envidia». Aunque parezca una tontería se ha convertido en su lema para las elecciones regionales que se celebran hoy y mañana. El magnate se toma los comicios como la ocasión de afianzar su Gobierno, dos años después de las generales. Plantea la cita como un test de valor nacional y un choque «entre las fuerzas del bien y del mal». Pero las cosas se torcieron con más escándalos. Ahora la cita con las urnas se mira como un indicador de su desgaste, pero no es el único que está nervioso.

Dos episodios de ayer enlazan con ese clima que caldeó la agresión de Milán en diciembre. En una oficina de correos de Milán estalló una carta explosiva dirigida a una sede de la Liga Norte, el partido separatista de Umberto Bossi y socio de gobierno de Berlusconi. Un funcionario resultó herido leve en las manos y se chamuscó el cabello. En otra sucursal postal milanesa fue descubierta una carta enviada a la casa del primer ministro con una bala.

Volviendo a los comicios, son en efecto un sucedáneo de las generales. Se vota en 13 de las 20 regiones y votan 41 millones de ciudadanos, el 82% del censo electoral. El cuadro de partida es engañoso. Es un 11-2 para la oposición, heredado del lejano 2005, cuando el anterior Ejecutivo de 'Il Cavaliere' se agotaba. El mapa se tiene que recolocar y las incógnitas son varias. Una es saber si ya hay votantes de Berlusconi que se han hartado y no le apoyan o se pasan a la Liga Norte.

Al margen de la abstención, otra pregunta es, precisamente, si el partido de Umberto Bossi seguirá creciendo tras el tirón histórico de las europeas de junio. Esta batalla interna es decisiva para los equilibrios del Gobierno, donde la Liga ya impone su línea en cuestiones como seguridad e inmigración, en detrimento de las posiciones moderadas de Gianfranco Fini, cofundador del PDL con Berlusconi, pero que cada día se aleja más de él.

La duda a despejar en la oposición, el Partido Demócrata (PD), es crucial. Se pone a prueba al penúltimo líder, Pierluigi Bersani, con el riesgo de que sea apuñalado por sus camaradas si no hace un papel digno. El PD piensa constantemente en quién demonios enfrentará a Berlusconi en 2013. Si mantiene las tradicionales cinco regiones 'rojas' del centro y al menos tres que están en vilo puede respirar. Si no frena el declive de la formación será pasto de sus rivales tarde o temprano.

Desgaste

La clave es el desgaste de 'Il Cavaliere', que nunca hay que dar por descontado juzgando el país desde el extranjero, pues los italianos razonan a su modo. Por ejemplo es dudoso que, a estas alturas, los problemas judiciales le quiten votos. En el 'caso Mills' ha quedado probado que sobornó a un testigo, pero esto no es nuevo en su historial. También se ha fabricado más leyes para anular sus procesos, pero eso ya es una costumbre. Otro asunto sucio de efectos relativos es el de las acusaciones de un 'arrepentido' de la Mafia, Gaspare Spatuzza, que ha desempolvado la tesis de que Forza Italia, el partido con el que Berlusconi entró en política en 1994, nació por un pacto con la Cosa Nostra.

Peor es el escándalo de la Protección Civil, pues ha golpeado de lleno a su director, Guido Bertolaso, uno de los mayores símbolos de la política de acción y resolver problemas que vende Berlusconi. Para muchos italianos era una de las pocas personas públicas de confianza y ha sido un mazazo descubrir que estaba mezclado en otra red más de corrupción, clientelismo y prostitutas. La sospecha de un clima similar se ha extendido sobre toda la clase política con una racha de arrestos por corrupción, la mayoría en las filas de 'Il Cavaliere'.

El último escándalo afecta a las propias elecciones: la chapuza del PDL en Lazio, la región de Roma. Quedó fuera de los comicios porque el encargado de registrar el partido llegó tarde. Dijo que fue por salir a comer un bocadillo, pero se sospecha que intentó alterar nombres sin que le viera su compañero. Berlusconi, en cambio, denunció otra conspiración y perpetró otra de sus cacicadas, un decreto ex profeso que metía su partido en las elecciones. Al final los tribunales lo rechazaron, pero se puede votar a la candidata del PDL en una lista paralela. En Lazio el panorama es incierto, pero refleja cómo está Italia: no chocan el bien y el mal, sino la imagen de desmadre del PDL y los abusos de poder del primer ministro con el escándalo del gobernador del PD, Piero Marrazzo, pillado con un transexual y chantajeado por agentes corruptos.