Margaret Ashton gesticula durante un acto en Bruselas. :: AFP
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Las dudas de lady Ashton

La sucesora de Solana como canciller de la UE cosecha fuertes críticas en sus primeros cien días en el cargo

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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La baronesa Margaret Ashton de Upholland ha cumplido sus primeros 100 días al frente de la competencia posiblemente más difícil de todas las relacionadas con los quehaceres europeos: la de vicepresidenta de la Comisión y ministra de Exteriores de la UE. Se trata de una nueva figura estatuida por el Tratado de Lisboa, que sintetiza, bajo una sola personalidad, las competencias en política exterior de la Comisión y del Consejo. A efectos prácticos, las responsabilidades que antes de Lisboa ejercían Javier Solana y Benita Ferrero-Waldner.

Esta semana, lady Ashton ha ido al Parlamento Europeo para rendir cuentas de esos primeros meses de andadura. Los ha recorrido en medio de un clima hostil, con frecuentes críticas en diversos medios informativos que han destacado sus presuntas debilidades en el ejercicio del cargo.

A pesar de esta atmósfera, lo cierto es que el Parlamento le ha reiterado su confianza. Y se trata de un apoyo no sólo renovado sino acentuado, más sólido que el de circunstancias que la misma institución le otorgó a la británica cuando intervino el pasado enero ante la comisión correspondiente, en el trámite de audiencia previo a la investidura. Y los ministros de Exteriores, reunidos en Córdoba el fin de semana anterior, le habían otorgado un endoso sin fisuras, durante el Consejo informal allí celebrado. Alexander Stubb, el canciller finlandés, aseguró públicamente que Ashton había sido apoyada «al 100%» por sus colegas del Consejo, mientras que el alemán Guido Westerwelle, consideraba que las críticas dirigidas contra la alta representante para la Política Exterior de la UE estaban «en buena medida fuera de lugar».

Entonces, ¿las quejas sobre las acciones -y omisiones- de la alta mandataria europea eran completamente desatinadas? Sólo en parte. La baronesa Ashton ha llegado a uno de los avisperos más revueltos de Europa: el de las relaciones internacionales. Y lo ha hecho con el compromiso asumido de poner en marcha un servicio diplomático para la UE completamente nuevo -su fase de preparación cumple estos días las últimas etapas-, desarrollar la defensa europea y coordinar la actuación de la UE en el exterior.

El relevo de Mandelson

La nueva alta representante de la UE para la PESC carece de experiencia en estos ámbitos. Su bagaje de conocimientos en instituciones internacionales se circunscribe al adquirido durante su breve mandato -sustituyó a Peter Mandelson en 2008-, al frente de la cartera de Comercio en la Comisión. Jamás ha confrontado el voto ciudadano en un proceso electoral y un activismo antibelicista del pasado le granjeó un renombre de filocomunista que le ha costado no pocas suspicacias, incluso en el servicio secreto británico. Llegó a la alta política de la mano de Gordon Brown, que la nombró miembro de la Cámara de los Lores. De ahí su título nobiliario.

Lady Ashton llegó al cargo actual no por méritos propios, sino como resultado de un compromiso europeo: el nuevo alto representante de la UE tenía que ser socialista y británico. Otras figuras de más renombre, como Tony Blair o David Milliband, habían caído por el camino y el nombre de la baronesa de Upholland saltó a la palestra, adaptándose a la talla del corsé y ofreciendo, además, su condición de mujer para favorecer la paridad.

En sus primeras semanas de andadura cometió una serie de torpezas que despertaron inquietud en las capitales europeas. Comenzó preservando a la mayor parte de su gabinete de la comisaría de Comercio, un personal que no está rodado en el medio internacional. Siguió olvidándose de una pata fundamental de su nuevos cometidos, la Defensa, al no asistir al consejo informal de ministros del ramo en Palma de Mallorca y al dar la espalda a de la Agencia Europea de Defensa, que ella misma preside. Y en una visita a Sarajevo olvidó también (tuvo que corregirlo sobre la marcha) que hay allí desplegadas dos misiones de la UE, una militar relacionada con la estabilidad y otra civil, dedicada a la formación de policías.

El nombramiento del nuevo Delegado de la UE en Washington ha sido otro motivo de alarma. Al cargo ha ido a parar a Joao Vale de Almeida, un colaborador directo de Durao Barroso y las suspicacias de los Estados miembros se han desatado porque el nuevo Servicio Exterior de la UE está en sus etapas finales de diseño y el cargo de Washington es muy relevante.

Contrastan, el fin, los métodos, excesivamente burocráticos, de la alta representante, con los de su predecesor, Javier Solana, a quien no le faltaban ni instinto ni colmillo político. Lady Ashton ha cumplido 100 días, pero tiene todo por demostrar. Y ha comenzado con muy mal pie.