Sarkozy hace un gesto cómplice a Merkel al término de la rueda de prensa que ofrecieron el jueves en Bruselas. :: AP
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Europa acota su brazo económico

Las diferencias en el eje franco-alemán alejan a la UE de un gobierno financiero

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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Una de los mensajes más recurrentes de la cumbre informal celebrada el jueves en Bruselas fue el referido al lanzamiento de un presunto gobierno económico europeo. A él se refirieron Angela Merkel y Nicolas Sarkozy en la rueda de prensa que celebraron juntos al término de la reunión; Rodríguez Zapatero en la suya, y hasta José Manuel Durao Barroso, en conversaciones paralelas con medios informativos.

Sin embargo, toda esa efusión declarativa no pasó de ahí. Los líderes europeos se las arreglaron para no ir más allá de los meros enunciados, con lo que fue imposible profundizar en lo que verdaderamente se estaba cociendo detrás de tanta palabrería rimbombante, si es que verdaderamente se estaba cociendo algo. Fue una pena porque la idea de un gobierno económico para Europa y, más concretamente, para la Eurozona, es uno de los conceptos más conflictivos de la historia de la Unión Monetaria y las declaraciones de unos y otros podían inducir a error -posiblemente lo lograron-, sobre el alcance de lo verdaderamente buscado.

Se entiende por gobierno económico del euro la pretensión de constituir una instancia política de poder que pueda influir en las decisiones del Banco Central Europeo (BCE), el instituto emisor del euro. Se trata de una muy vieja idea francesa, que busca introducir un margen político de apreciación en la labor monetaria del BCE para reaccionar a las circunstancias cambiantes de los ciclos económicos. Es habitual que París conteste la política de tipos del Banco Central Europeo, porque considera que frenan el desarrollo económico. No es una idea extraña: una vez conocida la formulación que se iba a dar a la Unión Monetaria, ya antes de su nacimiento, el G-7 expresó su preocupación por las tendencias al estancamiento económico inherentes a los criterios de convergencia de Maastricht. Corría enero de 1996.

Entorno solvente

El euro frena el crecimiento en la medida en que las prioridades del BCE no son promover directamente el desarrollo económico, sino mantener la inflación a raya. El crecimiento viene porque el entorno económico es solvente. Se trata de una premisa absoluta de la Unión Monetaria, impuesta por Alemania, que sólo rindió su Bundesbank a una instancia supranacional como el BCE y el marco a una moneda compartida, el euro, una vez que consideró garantizadas estas exigencias previas. Y Berlín no admitirá bajo ninguna circunstancia la introducción de criterios políticos de interpretación de la actuación monetaria del Banco Central Europeo, porque iría contra los fundamentos de su doctrina económica. Antes abandonaría la moneda única.

Entonces, ¿de qué gobierno económico europeo ha hablado la cumbre? Pues parece ser que de algo bastante poco creíble. La economía griega ha sido puesta bajo tutela compartida, pero se trata de una circunstancia excepcional que, con toda probabilidad, no se vería reproducida si fuera la economía de otro país, vamos a poner la francesa, la que atravesara por dificultades equivalentes.

Zapatero suele referirse a tal proyecto europeo en clave de coordinación de políticas económicas. Es un recurso manido: el BCE vigila las finanzas nacionales, la Comisión y el Ecofin también, el Eurogrupo vigila las finanzas nacionales de los países que forman parte del euro y todos y cada uno de estos organismos evacuan periódicamente informes pesadísimos sobre la materia.

Si de lo que se trata es de mejorar la coordinación económica estaremos lejos de un gobierno económico de la UE y las instrucciones políticas para las políticas monetarias del BCE están descartadas. De modo que, muy posiblemente, no hemos asistido estos días a otra cosa que a un esfuerzo de los líderes europeos por garantizarse unos titulares que no se merecen.