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Un Nadal imperial confirma que es el mejor del mundo

El balear consiguió en Cincinnati su segundo Masters 1.000 consecutivo, su noveno título de una temporada en la que está siendo el mejor

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Por más éxitos que haya conseguido, por más títulos que tenga, no dejan de sorprender los resultados de Rafa Nadal y su nivel actual. Hay un dato apabullante que explica la espectacular temporada que está completando. Este domingo consiguió su noveno título del año, su triunfo número 53 en esta temporada, en la que apenas ha perdido tres partidos. Además ya ha recuperado el número dos del mundo. Y por si era poco, ha conseguido uno de los pocos títulos que le quedaban por ganar: el Masters 1.000 de Cincinnati, su Masters número 26, que ganó a John Isner por 7-6 (8) y 7-6 (4). Todo ello además de ser el único tenista de la historia en jugar la final de los cuatro títulos de ‘Grand Slam’, de los nueve Masters 1.000, de la Copa Master, de la Davis y de unos Juegos Olímpicos.

¿Tiene límites Nadal? No parece, sobre todo después de verle en los dos últimos torneos sobre pista dura. Especialmente el último, en la ultrarrápida pista de Cincinnati, en la que ha ido superando todo escollo que se ha puesto delante y, sobre todo, superándose a sí mismo. Lo del tenista que solo gana en tierra queda en evidencia después de ver cómo ha sacado y ha golpeado a su derecha en el cemento.

Es un camaleón del tenis. Se adapta a lo que le echen. Y así lo hizo en la final ante Isner. No le hizo falta sacar su mejor versión. Él no lo necesita. ¿Por qué? Porque es un número uno capaz de dinamitar a sus rivales y de ganar un partido sin tener una sola bola de ‘break’. Fue capaz de cambiar en el momento justo de estrategia, de sufrir restando en la azotea de la pista las bombas del norteamericano y de, una vez más, quemar la bola con su derecha en el momento decisivo. Con intensidad y argumentos, y con la confianza de saberse en un gran estado de forma, fue poco a poco arañando al número 22 del mundo hasta que se derrumbó en dos muertes súbitas. «Estoy jugando a un nivel muy alto», explicó el balear en TVE.

El primer juego ya fue una declaración de intenciones por parte del norteamericano: conectó tres saques directos. Isner trabajaba cada punto al límite, como Berdych. Y su receta para ganar era la misma: saque, derecha y agresividad. Con eso y muy poco más le alcanzaba para cerrar su saque. El problema para él era que Nadal gobernaba con la misma facilidad su servicio. Sin la eficacia de otros días, pero sí suficiente. Y en cuanto la bola pasaba más de tres veces la red, el punto era de Nadal. Eso sí, el balear, aunque el cuerpo le pedía puntos largos, se adaptó a la perfección a la rapidez de la pista.

Dos desempates decisivos

El manacorense restaba cuatro metros detrás de la línea de fondo y a la altura de la cabeza. Es decir, a su raqueta llegaban misiles incontrolables. No daba abasto y sufría al resto, de ahí que no gozase de oportunidades de ‘break’, algo que sí dispuso el norteamericano. De hecho tuvo un 15-40 para cerrar la manga. Pero la confianza del de Manacor subió varios puntos. Se sacó de la manga un saque directo con bola de set en contra, un segundo servicio en forma de ‘ace’ cuando se jugaba las habichuelas en el juego y lo sacó adelante.

Ya en la muerte súbita llegó el momento del partido. «El primer set fue decisivo», confesó Nadal. Fue en ese momento cuando cambió su estrategia. De buscar el revés de Isner pasó a encontrar su derecha. Y en ese contexto, las bolas de sets fueron cayendo a un lado y otro. Pero fue a la tercera oportunidad, las mismas que tuvo el norteamericano para cerrar la primera manga, cuando el balear abrochó la manga.

El primer acto no le sentó mal a Isner. Al contrario, siguió luchando e incomodando al balear, que volvió a sufrir al resto. Hay una estadística que resume sus problemas con el saque del norteamericano: no tuvo ni una sola bola de ‘break’ en todo el duelo. Es decir, ganó el partido a base de sufrimiento y de concentración, a base de rendir a la perfección en los momentos clave. Y fue en esos instantes, en un nuevo ‘tie-break’, cuando volvió a hacerlo. Se olvidó de los fallos, se agarró ala pista y cerró una nueva semana inolvidable. El mejor Rafa Nadal de siempre en pista dura se confirmó como el rey del tenis. Ya es el dos del mundo. Y parece únicamente cuestión de tiempo que alcance el cetro mundial.