FÚTBOL

Italia duda de su nuevo estilo

El equipo transalpino se ha alejado del juego efectivo y hasta brillante que le llevó a la final de la Eurocopa y se plantea la vuelta al clásico ‘catenaccio’

MADRID Actualizado: Guardar
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Cesare Prandelli tenía claro el estilo que quería instaurar en la selección italiana cuando fue elegido para sustituir a Marcello Lippi. Avalado por el buen fútbol que había realizado su Fiorentina, se presentaba como el técnico idóneo para modernizar a la ‘Azzurra’ y liderar el cambio que permitiera ir dejando atrás a la generación campeona del mundo en 1996 pero que fracasó en 2010.

Tras el descalabro de Sudáfrica (eliminada en la primera fase, con dos empates ante Nueva Zelanda y Paraguay y una derrota ante Eslovaquia), el exjugador de la Juventus inició el lavado de cara de un once reconocible pero en franca decadencia y apostó por hacer olvidar el ‘catenaccio’, término clave y absolutamente ligado al estilo de juego del país transalpino.

Prandelli decidió evolucionar. Manteniendo la esencia que le había convertido en tetracampeona del mundo, desafió a los clásicos e instituyó un modelo en el que la presión sobre el rival, la posesión del balón, el ataque desde la asociación y el afán combinatorio se imponían al ‘cerrojazo’ y a la defensa como forma habitual de vida. La especulación, que fiaba los resultados a mantener la portería inmaculada y a la calidad de los hombres de vanguardia para resolver las escasas oportunidades con las que contaban para marcar, no existía en el vocabulario del nuevo seleccionador.

En ese efervescente ambiente, el elegante Andrea Pirlo se convirtió en el faro en torno al que debía girar el juego de los ‘azzurri’. El ‘arquitecto’ de Flero trasladaba al campo las enseñanzas de su entrenador y los resultados comenzaron a dar sus frutos.

El empate ante España en la apertura del Europeo de Polonia y Ucrania fue una llamada de atención, el aviso de que Italia había regresado a la élite. Su trayectoria posterior, en continuo ascenso, dejando en el camino a Inglaterra, por penaltis en cuartos, y a una impotente Alemania en semifinales, reivindicaba la nueva personalidad de ‘La Nazionale’. Solo el talento desbordante de los hombres de Vicente del Bosque, que barrieron por 4-0 a su rival en la final más desequilibrada de la historia, le impidió culminar un torneo para el recuerdo.

Recelos

Precisamente España les separa de una nueva final, pero, en esta ocasión, los de Prandelli llegan con dudas sobre su estilo y comienzan a valorar si aparcar el ‘catenaccio’ en este camino no ha resultado a la larga contraproducente. Es verdad que la clasificación para Brasil 2014 está encarrilada, tan cierto como que las pruebas amistosas ante los mejores equipos del mundo han tenido desenlaces poco esperanzadores.

Y la primera fase de la Copa Confederaciones no ha hecho más que a aumentar los recelos. En tres partidos ha recibido ocho goles y ha sido superada con claridad no solo por Brasil, también por Japón, pese a acabar ganando a los nipones. Contra una selección mexicana en horas bajas, ganó con un juego anodino, solo iluminado por Pirlo. Los asiáticos pecaron de pardillos en defensa ante un equipo que lo que nunca perderá será su instinto ganador. Con un juego eléctrico y brillante, pusieron contra las cuerdas a la representante europea (España está presente como campeona mundial), pero se olvidaron del tópico de rematar al rival cuando está herido, más aún si es Italia. Y los de Prandelli ganaron a la antigua usanza, especulando y a golpes repentinos de inspiración, recursos insuficientes ante un oponente con más poso, como la ‘Canarinha’.

Los anfitriones no tuvieron siquiera que mostrar el ‘jogo bonito’ que se les intuye y se bastaron con momentos de inspiración y cierta colaboración de Gianluigi Buffon -lento y descolocado como nunca antes- para sumar una victoria contundente y de prestigio. Sin el lesionado guía en el centro del campo, los transalpinos se mostraron vulgares con el balón y miedosos ante los brasileños, como reconoció su propio técnico. Solo se jugaban el primer puesto, pero no dieron la talla. La lectura de Prandelli tras el partido era clara. «Nos queda mucho por crecer», sentenció con firmeza. La misma que le ata a un estilo con el que pretende triunfar o morir.