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De príncipe a sapo, de la noche a la mañana

Las endorfinas transforman al objeto de deseo en un héroe, pero la realidad es como un jarro de agua fría

MADRID Actualizado: Guardar
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En cuestión de amores se dice que allí donde hubo una hoguera, siempre quedará un rescoldo. Como los buenos oráculos, este refrán funciona siempre, con independencia del resultado de nuestra relación. Porque si a veces echamos de menos a esa persona con la que compartimos tan buenos momentos, en otras el escozor se transforma en un combinado de vergüenza y horror. ("¿Cómo pude besarle a él?"; "¿Qué pude ver en ese tipo que solo hablaba de coches y comía hamburguesas con la boca abierta como si no hubiera un mañana?"). Al final, el desprecio es una pasión tan intensa como la atracción primera. ¿Quién no guarda cadáveres en el armario sentimental del pasado? El problema es recordar con rencor (porque al fin y al cabo, el odio es un sentimiento tan fuerte como el amor). Y aún peor es el reencuentro, una trampa para certificar que, efectivamente, aquel tipo sigue siendo igual de "monstruoso" que en nuestras pesadillas. O no. Que tal vez nos equivocamos.

¿Hablan las mujeres de sus ex? Depende. Allí donde los hombres utilizan a todas sus conquistas, a veces mintiendo descaradamente, para alimentar su propia leyenda sentimental, las mujeres suelen tomar la vía opuesta. Con unos mínimos de discreción: solo presumen (o se quejan) entre ellas o con amigos de confianza. Es decir: la mujer suele colocar a aquel héroe de los inicios, el la sedujo hasta atontar su perspectiva racional, en una lista de errores anecdóticos de su vida, meros pies de página a modo de broma pesada con la que divertir a las íntimas durante una cena de amigas. (Más información en MujerHoy.com)