Baile de la Ópera de Viena

Ruby roba el protagonismo a las divas del canto lírico

La joven, famosa por el escándalo sexual que amenaza el futuro de Silvio Berlusconi, atrae todas las miradas

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La joven Ruby Robacorazones, famosa por su relación en el escándalo sexual que afronta el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha brillado en el tradicional Baile de la Ópera de Viena, en contrapunto a otras estrellas como las divas del canto lírico Anna Netrebko o Elina Garanca.

Los cientos de fotógrafos y cámaras que esperaban pacientemente en la fría noche la llegada de los grandes huéspedes al Teatro de la Ópera se precipitaron hacia Karima El Mahroug, como se llama en realidad Ruby, rompiendo todas las barreras de seguridad.

Con un elegante vestido largo y dorado, la joven de origen marroquí que cumplió recientemente sus 18 años llegó hacia las 21.00 horas del brazo de su anfitrión, el empresario austríaco Richard Lugner, de 78 años, pero ante la masiva avalancha de fotógrafos rechazó hacer comentarios a la prensa y, protegida por guardaespaldas, se refugió rápidamente en el palco de su anfitrión.

La presencia de la chica italiana no solo eclipsó al actor estadounidense, Larry Hagman, encarnación del magnate J.R. Ewing de la serie 'Dallas' e invitado también al palco del excéntrico Lugner, sino asimismo a muchos otros asistentes al "baile de los bailes". "Parece que fuera la única estrella en medio de más de 6.000 personas, pero no para nosotros", comentó la televisión pública austríaca ORF, que, a diferencia de los demás medios, centró su atención en otras personalidades.

De poco sirvió que la cúpula de la ORF se uniese a las voces de indignación de los organizadores de este lujoso evento -que aspiran a mantener su estilo tradicional, elitista y exclusivo-, cuando Lugner anunció quien sería la 'invitada' de este año a su palco, sin precisar por supuesto cuánto le paga a la joven por acompañarlo. Ruby acaparó la máxima atención en la "fiesta más austríaca de todas las fiestas", como llamó el presidente de Austria, Heinz Fischer, a este baile que inauguró personalmente.

La hora de los artistas

Pero al final no hubo escándalo: el flamante director de la Ópera Estatal de Viena, el maestro francés Dominique Meyer, debutó como co-organizador del baile y logró con un estilo discreto imponer su objetivo: el de dar un lugar destacado a los artistas. Entre ellos destacaron la soprano de origen ruso Anna Netrebko y su marido, el tenor uruguayo Erwin Schrott, pareja formada por dos cantantes favoritos del selecto público vienés.

El músico y pacifista irlandés Bob Geldof reconoció que espera promover su nuevo álbum entre los asistentes al baile y el actor egipcio Khaled Nabawy defendió la revolución que en su país logró la dimisión de Hosni Mubarak tras más de tres décadas en el poder. Y la Filarmónica de Viena tocó por primera vez en este baile, en su 55 edición, interpretando la obertura de 'Las Bodas de Fígaro' ('Le Nozze di Figaro'), de Wolfgang Amadeus Mozart, bajo la batuta de Franz Welser-Möst.

El Ballet de la Ópera ofreció una exquisita coreografía clásica con música de Johann Strauss y el director del elenco, el francés Manuel Legris, como solista. La mezzosoprano letona Elina Garanca fascinó al público cuando entonó el aria 'Mon coeur s'ouvre a ta voix' (Mi corazón se abre a tu voz) de la ópera 'Sansón y Dalila', de Camille Saint-Saëns, y luego la canción 'Wien, Wien, nur du allein' (Viena, Viena, sólo tu), de Rudolf Sieczynski. Y con el vals 'El Danubio Azul' de Johann Strauss se abrió la puerta a los miles de danzantes.

Todo ello después de la clásica entrada de los jóvenes debutantes que se presentan a la alta sociedad. Como es habitual, además de artistas y personalidades del espectáculo, al baile asistieron destacados del mundo de las finanzas, el comercio, la diplomacia y la política, incluido prácticamente el gabinete en pleno del Gobierno de Austria. De obligatorio frac se presentaron todos los caballeros, y entre los elegantes y vestidos largos de las damas dominaron los colores turquesa, lila, violeta, azul y malva.

Este año, las entradas más baratas al baile costaron 230 euros, sin derecho a asiento. Por una mesa para dos personas hubo que pagar al menos 160 euros, mientras que los palcos se vendieron entre 8.500 y 17.000 euros.