TRIBUNALES

Manolo Carrasco, en libertad bajo fianza tras su detención por el supuesto fraude a la SGAE

El juez le acusa de corrupción en los negocios, estafa y pertenencia a organización criminal. Su madre, su hermana y el marido de ésta fueron arrestados también este martes en Cádiz

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El pianista gaditano Manolo Carrasco se encontraba este martes en Madrid cuando agentes de la Policía Nacional lo detuvieron. Se le acusa de formar parte de una trama que, según los investigadores, ha estado estafando a la Sociedad General de Autores (SGAE) cobrándole derechos de autor de manera irregular. Ya este miércoles, el intérprete se ponía delante del juez de la Audiencia Nacional que instruye el caso. Tras escuchar su versión y revisar las pruebas recabadas, el magistrado Ismael Moreno dictaba para él y otros dos acusados más libertad bajo fianza de 100.000 euros, dándoles un plazo de 72 horas para que abonen la caución.

Según fuentes judiciales, a estos tres implicados –de los 18 detenidos– concretamente Rafael Tena (hermano del fallecido cantante Manolo Tena), Manuel Carrasco y, el socio del gaditano en la productora Eurodelta S.L, Fernando Bermúdez, se les imputa delitos de corrupción en los negocios, estafa y pertenencia a organización criminal.

El compositor gaditano Manolo Carrasco pasaba por la mañana a disposición judicial, como uno de los principales investigados en esta trama, como adelantó este martes LA VOZ. El magistrado le tomaba declaración por los presuntos cobros irregulares por derechos de autor de piezas emitidas en televisión en una práctica conocida como «la rueda».

Los tres detenidos son socios de la SGAE que fue registrada el martes en el operativo, y ya aparecían en la lista que hizo el expresidente del organismo, Antón Reixa en 2013, en la que enumeraba a las once personas que promovían la denominada ‘rueda’.

En programas de madrugada

Según explica en un comunicado la Policía, la práctica ahora investigada consistía en hacer pequeños arreglos («algunos de ellos inaudibles») a temas musicales que se emitían de madrugada y así generar derechos en su beneficio. Se sospecha que tanto Carrasco como su socio Bermúdez utilizaban este método sobre piezas de ‘dominio público’, es decir, composiciones cuyos autores llevan muertos más de 70 años y por tanto están libres de derechos.

Al hacerles una versión o pequeña modificación podían volver a hacer caja con ellas. Estas piezas, que podían ser de autores clásicos como Mozart, Beethoven, Chopin o Vivaldi, entre otros muchos, quedaban por tanto registradas bajo el nombre de alguno de los presuntos beneficiados o de sus familiares –como el caso de la madre de Carrasco, o la esposa de Bermúdez–que cobraban su porcentaje de la SGAE. El «entramado» creaba «música de baja calidad» y registraba «falsos arreglos» sobre obras musicales de dominio público para después ponerlas a nombre de testaferros y empresas editoriales, explican fuentes policiales.

La investigación arrancó hace cuatro años cuando se denunció el caso de las presuntas irregularidades

Según reza en la presentación de esta promotora musical, entre sus clientes habituales se encuentran varias televisiones nacionales y regionales, donde se emitían estos espacios a altas horas de la madrugada en los que se podían escuchar las piezas, versiones, que están bajo sospecha, en programas de musicales o de tarot.

La operación en Cádiz

En Cádiz, agentes de la UDEV de la Comisaría Provincial realizaron dos registros para recabar información sobre este presunto fraude. Uno de ellos en un domicilio y otro en oficinas. Además de detener a Carrasco en la capital de España, en Cádiz se detuvo a tres de sus familiares: su madre, su hermana -que además aparece de administradora en algunas de sus sociedades- y el marido de ésta. Su padre está siendo investigado pero no se le ha detenido.

Carrasco fue detenido en Madrid. Su madre, su hermana y el marido de ésta, en Cádiz

En total, en varias provincias españolas, se practicaron 16 registros y 20 requerimientos de documentación en el marco de una investigación sobre «corrupción entre particulares» y presuntos fraudes en la gestión y cobro de los derechos de autor por parte algunos autores asociados a la SGAE.

El órgano, que ha circunscrito los hechos a un periodo entre «2006 y 2011», ha señalado que la investigación afecta «a algunos de sus asociados» y a un «extrabajador» y afirma que la actual junta directiva «lleva años» tratando de «combatir» el asunto, «tanto en el frente judicial como a través de un proceso de arbitraje». Algunas fuentes apuntan que los beneficios obtenidos por formar parte de ‘la rueda’ eran millonarios.

Como amplia la Policía, para conseguir esos contratos de emisión de sus piezas musicales contaban con personas en el seno de las televisiones que los facilitaban a cambio de la cesión de determinados porcentajes de derechos o/y una contraprestación económica.

Esta cesión de derechos de obras musicales «falsas» convertía a las cadenas en titulares de derechos de propiedad intelectual de las obras, generándoles un «retorno» -beneficio económico- en función de los minutos y franjas horarias en las que eran emitidas en sus programaciones y que la SGAE abona en sus liquidaciones semestrales. Para maximizar las ganancias en concepto de «retorno», las televisiones extienden la programación de esa música a otras franjas horarias como un fondo «inaudible», es decir, la emisión de una sintonía que no es percibida por el oído del televidente en ningún momento, si bien sí se declara como música emitida.

Según un directivo de la SGAE, llegaban a cobrar «cinco u ocho veces más que Alejandro Sanz»

Las reacciones ante este caso no se han hecho esperar. Manuel Marvizón, miembro de la Junta directiva de la SGAE, afirmaba a la Cadena Cope que los autores que habrían participado en la trama ganaban hasta «ocho veces más» que músicos como «Alejandro Sanz».

Según Marvizón, estos autores se enriquecían por la música que había detrás de lo que denominaban «las brujas», los programas en los que se lee el tarot, y en los que aparecían de fondo «músicos con gafas que tocaban algo casi inaudible». Para el directivo, el fraude consistía en la connivencia que existía entre editoriales de televisión y compositores que realizaban en piezas de dominio público, «adaptaciones o recreaciones como si fueran obras nuevas».

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