Todos unidos

Optimistas y pesimistas, críticos, derrotistas, aduladores y conformistas, ilusos, cadistas de temporada y de liguilla, aficionados, medios, jugadores, técnicos, falsos y auténticos, políticos, pasado y presente, directivos, dueños, gestores, amigos, gaditanos de Cádiz y de fuera, cocineros, taxistas, abogados, pensionistas, estudiantes... Cadistas todos. Unidos. No hay nada en la vida que una más que un enemigo en común, y más en Cádiz, tierra cainita que se revuelve ante la invasión foránea. Ese adversario ya tiene nombre: Castilla, y su realeza y su cacareado señorío no han despertado más que rabia y coraje en una hinchada que cerrará filas en torno a sus guerrilleros en la batalla del domingo.

No habrá respiro. Carranza estará lleno, sin fisuras. Todos de amarillo en otra elogiable lección de cadismo, que sorprende cada vez que tiene la menor oportunidad. ‘Dadle algo en lo que creer, y os seguirá ciegamente’. Más motivos para lamentarse de que al final no se haya abierto la grada de tribuna en otra pésima gestión.

Ya casi se ha olvidado uno de que el Castilla era el campeón más difícil que podía tocar. Porque en pocos días se han recabado suficientes motivos para creer. El fútbol siempre te ofrece una segunda oportunidad, y el cadismo merece redimirse del palo del 98 en el Bernabéu. No será el mismo escenario, apenas habrá 500 cadistas por la racanería merengue, un club que se retrata día a día, pero el ambiente de este domingo se lo llevarán los futbolistas a Valdebebas aunque sea sobre su camiseta. Rubiato y Campos dieron las claves para vencer al filial: agresividad, concentración, veteranía... y Carranza. A los ‘niños’ les pesará, que por algo no se atreven a jugar en el Bernabéu. Y a los jugadores del Cádiz los llevará en volandas. Son 180 minutos, pero los 90 de este domingo pueden ser decisivos.