Artículos

Este país tan serio

En Davos mantienen un principio elemental: el éxito está en los activos, no en los adjetivos

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Aunque Man Ray creyera que «con desterrar la palabra serio de nuestro vocabulario, muchas cosas se arreglarían», Zapatero ha pasado por el cónclave de Davos para tratar de persuadir a los líderes del planeta de que España es realmente un país serio. El problema es que esos 'amos del universo' no se dejan cautivar por la retórica embriagadora sino por los datos macroeconómicos y los editoriales del 'Financial Times', dos fuentes que ponen en aprietos al presidente. Aunque allí sonrieran cortésmente ante el cálido acento dulzonleonés de Zapatero, los guardianes de la ortodoxia mantienen desde Davos un principio elemental: el éxito está en los activos, no en los adjetivos. Y España, más allá de los adjetivos edulcorados y las metáforas balsámicas del presidente, es un país con cuatro millones de parados donde la economía ha quedado descolgada del tren de la recuperación; la renta per cápita no deja de hundirse hasta perder nuevamente el rasero italiano; el déficit hace sonar las alarmas de las agencias de 'rating'; la crisis no disuade de errores como el cheque autonómico; el sistema financiero está herido por la burbuja inmobiliaria y la politización de las cajas; los índices de productividad no salen del furgón de cola continental; los costes laborales lastran una competitividad deficiente, y el Gobierno entretanto improvisa soluciones pero da marcha atrás si olfatea un pálido descontento en la calle. Zapatero ha ido a Suiza a vender seriedad, que quizá sea como quien vende chubasqueros en el Sahara o refrigeradores en Laponia, léase en el lugar equivocado y en el momento equivocado.

Y eso que a los hechiceros de Davos al menos la idiosincrasia del país les importa una higa. En su balance sobre España ni siquiera repercute demasiado que aquí haya un Gobierno que gestiona la realidad desde un laboratorio demoscópico para rastrear las tendencias sociológicas; una oposición sin discurso unitario cuyos miembros se despachan entre sí llamándose 'vomitivos' o 'hijoputas'; unos empresarios que se hacen liderar por un desaprensivo capaz de ufanarse en público de no tener escrúpulos; unos sindicatos domesticados por el poder aunque balen disfrazados con piel de lobo; un Tribunal Constitucional temeroso de pronunciarse sobre una parte del país; unos policías investigados por dar soplos a los terroristas para escapar de la policía; unos ex presidentes que cobran como autoridades institucionales pero se pasean como francotiradores resentidos; o unos analistas políticos cuyas mejores páginas han salido del parecido físico entre el presidente y Mr.Bean. En este país todo es posible, realmente todo, salvo precisamente sostener que se trata de un país muy serio.