Opinion

Energía nuclear

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La izquierda radicalizada y vociferante se echa a la calle contra la energía nuclear, y nos la presenta como el cúmulo de todos los males sin mezcla de bien alguno. En sus visiones apocalípticas pretende dibujarnos un horizonte de radiaciones y contaminación indescriptible, con miles de víctimas y paisajes destrozados por la miseria nuclear. El discurso de la izquierda presenta a los partidarios de la energía nuclear casi a la altura de los criminales de guerra, monstruos que disfrutan con la contaminación planetaria. Hablar de energía nuclear es mentar la bicha. En cambio, si hablamos de campos electromagnéticos parece cosa de imanes que atraen metales demás y experimentos inofensivos. La izquierda usa móviles, como la derecha, e incluso móviles de última generación, y tiene, como la derecha, antenas parabólicas, y también, como la derecha, vive en urbanizaciones y complejos urbanísticos dotados de gigantescas antenas eléctricas. En vano nos esforzaremos por hacerles ver que los campos electromagnéticos de la moderna tecnologías que todos usamos pueden generar peligro, y a veces graves enfermedades, mientras que lo nuclear no tiene a priori por que dar problemas. La izquierda quiere sacarnos de las cavernas y el oscurantismo, e instalarnos en sociedades modernas, pero nos tiene que explicar como puede hacerlo con países como España, que no puede permitirse el lujo de rechazar una energía como la nuclear. Nos dirán que la energía eólica es muy buena, pero nos ocultarán sus elevados costes reales porque unas aspas blancas en medio de un campo dan buena imagen, mientras que ellos se encargan de divulgar el siniestro perfil de una central nuclear. No sabemos si la izquierda y sus usuarios serán también detractores de la medicina nuclear, o si preferirán morirse en vez de usarla. Los que sí se mueren son los siete pueblos españoles que han solicitado instalar el llamado Almacén Temporal Centralizado, o almacén de residuos nucleares. La izquierda se esforzará en llamarlos a la cordura y en evitarles el desastre. Pero ellos argumentarán que el verdadero desastre sería que gente como Puigcercós y compañía les gobernaran. Entonces aquello sí que sería un auténtico desastre ecológico.