El 'premier' británico, Brown, ríe y aplaude la ocurrencia del presidente mexicano, Calderón, de mostrar un globo terráqueo. :: REUTERS
MUNDO

EE UU presiona a China en Copenhague

El gigante asiático dice estar preparado para el diálogo climático pero «sin que se vulnere su soberanía nacional» a pocas horas del final de la cumbre Clinton mira a Pekín al exigir «completa transparencia» y anuncia una ayuda de 7.000 millones

COPENHAGUE. Actualizado: Guardar
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Han hecho falta diez de los once días que dura la cumbre del clima de Copenhague para ver algún tímido brote verde, aun sin garantías de que fructifique. A pocas horas de su clausura, Estados Unidos y China aparcaron el irritante 'y tú más' en el que estaban enfrascados y movieron ficha para desbloquear las conversaciones y engrasar las vías hacia un compromiso. En el mejor de los casos será un acuerdo político de intenciones con el mandato de cerrar en seis meses un tratado vinculante tanto para los sujetos al Protocolo de Kioto como para quienes están hoy fuera, caso de los gigantes americano y asiático.

Al presidente de EE UU, Barack Obama, y a Wen Jiabao, primer ministro chino, se les espera hoy en el Bella Center, en el final del cónclave en el que 192 naciones intentan conjurar el calentamiento planetario. En su nombre hablaron ayer sus emisarios, y por primera vez con cierta claridad, Hillary Clinton, secretaria de Estado, abrió la chequera. Estados Unidos -dijo- está preparado para contribuir «junto con otras naciones» al aporte financiero inmediato - 'fast track' en la jerga especializada- que necesitan de aquí a 2012 los países más pobres y vulnerables para adaptarse al cambio climático: al menos unos 10.000 millones de dólares (7.000 millones de euros) al año. Hace días la UE anunció que contribuiría a esa suma con 2.400 millones anuales y Japón se sumó con una oferta similar.

A largo plazo, EE UU contribuirá con la parte 'justa' de los 70.000 millones anuales de fondos públicos y privados que Naciones Unidas exige movilizar en torno a 2020 y en adelante -a esa cifra se llegaría de forma progresiva en la próxima década- para rebajar las emisiones mundiales de dióxido de carbono, limitar a dos grados como máximo la subida de la temperatura media de la Tierra y ayudar a los países en desarrollo.

Recorte previsto

Nadie espera que Obama, maniatado hasta que el Congreso y el Senado le aprueben su legislación ambiental, vaya hoy un paso más allá de lo reafirmado por su jefa de diplomacia: un recorte del 17% de sus emisiones de CO2 respecto a las cifras de 2005 -apenas un 4% respecto a 1990, año base del Protocolo de Kioto- y el incremento progresivo hasta llegar a un 80% en 2050. Europa ha comprometido un 20% menos de carbono atmosférico para 2020 y espera una señal de los demás grandes emisores para alcanzar el 30%.

La propuesta de EE UU «sigue siendo insuficiente para lo que puede hacer, pero es la primera vez que habla de poner la parte 'justa' de dinero para el largo plazo», señalaba un alto negociador español.

El acuerdo, dijo Clinton en el Bella Center, sólo será posible si hay «completa transparencia» y «compromiso» entre todas las partes. Un recado especial dirigido a China que es, recordó, «el primer emisor y la segunda economía» del planeta. La transparencia es la piedra en el zapato de Pekín, que acepta controlar sus emisiones de CO2 y crecer de manera más limpia, pero se niega a la inspección de la ONU. Hasta ahora. Después de días encastillados, los chinos recogieron el guante. «Estamos preparados para el diálogo y la cooperación si no son intrusivos ni vulneran la soberanía nacional», respondió He Yafei, su viceministro de Exteriores.

Lo gestos de ambas potencias fueron lo mejor del día, aunque no garantizan nada. Las delegaciones trabajan contrarreloj para que los más de 120 jefes de Estado y de Gobierno que se darán cita en la capital danesa tengan hoy algo que firmar. El tiempo se ha agotado y se nota un enfado sordo por tanto esfuerzo malgastado en tácticas dilatorias. Desde la tribuna del plenario, los Sarkozy, Brown, Rodríguez Zapatero, Merkel y otros lamentaron las zancadillas que han lastrado la negociación. «Simplemente no es posible salir de aquí sin un acuerdo», recalcó el presidente francés. «Europa -añadió- está preparada para negociar lo que sea necesario».