Sociedad

M6, el portero del Sur

Ejerce el poder absoluto en Marruecos, el vecino que amenaza con dejar vía libre a la inmigración, el terrorismo y las drogas

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Prácticamente no hay personaje público en Marruecos que no se haya pronunciado hasta ahora sobre el caso Haidar. La huelga de hambre de la activista saharaui y la consecuente tensión entre España y el país magrebí sobre la gestión del caso tienen a la prensa marroquí echando humo, mientras que sus líderes políticos han iniciado una ofensiva diplomática para dar a conocer a la opinión pública la postura oficial.

La única persona que parece no haberse pronunciado sobre el caso es precisamente el monarca Mohamed VI, que, fiel a su tradición, reserva sus alocuciones para las fechas señaladas. Pero en Marruecos nadie duda de que en el país no se mueve un hilo sin su consentimiento.

Mohamed VI, M6 como le llama familiarmente la prensa marroquí, concentra en sus manos la mayor parte del poder del país. Suyo es el poder ejecutivo, al ser un monarca que no sólo reina sino que también gobierna. Elige a los ministros de Interior, Asuntos Exteriores, Justicia y Asuntos Religiosos, y nombra al primer ministro. Pese a ello, al rey no se le pueden pedir responsabilidades políticas.

También ostenta parte del poder legislativo, ya que impone las leyes por decreto y, en cuanto al poder judicial, preside el Consejo Mayor de la Magistratura. Además, Mohamed VI es el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas Reales aunque, a diferencia de su padre, el monarca no tiene experiencia castrense. A lo largo de los años, M6 ha ido canalizando competencias del Gobierno hacia varias fundaciones, organizaciones y consejos reales en los que ha instalado a personas de su confianza. Estos organismos han vaciado de contenido a las verdaderas instituciones del Estado, aumentando el poder de la Corona. Pero si algún título concede a su persona una cualidad de 'intocable' es el de 'Emir al Muminin', el Comendador de los Creyentes, la máxima autoridad religiosa de Marruecos. El monarca es, según señala la biografía de la dinastía alauí, descendiente directo del profeta Mahoma.

Desde que fue coronado hace una década, tras la muerte de su padre, Hassan II, el país ha experimentado grandes cambios, principalmente en lo económico. Mohamed VI se ha posicionado desde un primer momento como un reformador, alejado de los métodos de su progenitor, bajo cuyo reinado se sucedieron los terribles Años de Plomo. Pero los cambios prometidos han ido perdiendo fuelle a lo largo de los años. Aunque hay diferencias evidentes con la época de Hassan II, hoy la prensa sigue siendo censurada, los activistas saharauis represaliados y, en el plano político, el monarca no suelta cuerda.

El espinoso asunto del Sáhara

Las relaciones del país magrebí con España han sufrido varios altibajos. Si bien es cierto que hay una buena sintonía entre las dos casas reales, y que Mohamed VI considera al rey Juan Carlos como un hermano mayor, las relaciones con los distintos gobiernos españoles han pasado por varias fases. Hasta ahora, el momento más tenso para las relaciones fue el incidente del islote Perejil, en 2002, que duró varias semanas y por el que Rabat llamó a consultas a su embajador en Madrid. Tampoco fue fácil la visita de los reyes de España a Ceuta y Melilla en 2007, dos enclaves que Marruecos reclama como suyos.

El Sáhara Occidental ha sido un tema espinoso entre los dos países, más por los movimientos de la sociedad civil y la postura de la opinión pública española hacia el Sáhara que por la política de los distintos gobiernos de España.

El monarca siempre ha sido muy claro en cuanto a la 'marroquinidad' del territorio, aunque en los últimos años había relajado el férreo control que normalmente se ejerce sobre los activistas saharauis. El endurecimiento de su discurso a lo largo de este año ha tenido como consecuencia el caso de Aminatu Haidar, según denuncian los independentistas.

Todo comenzó en el aniversario de la Marcha Verde. O quizás unos días antes, con la visita de la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, que manifestó un apoyo firme al plan marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental. Este respaldo ha dado el empuje definitivo a Mohamed VI para utilizar sin complejos un lenguaje beligerante en su conmemoración de la invasión marroquí del territorio saharaui. El monarca advirtió entonces a los «enemigos de la integridad territorial» que sólo existen dos opciones: «O se es patriota o se es traidor».

Y Aminatu Haidar, que se negó a escribir 'marroquí' en la ficha que Aduanas le entregó a su llegada al aeropuerto de El Aaiún, ha entrado, según el nuevo discurso del rey, en esa categoría de «traidores».

«España debe optar»

La repercusión internacional que está teniendo el caso de la activista saharaui ha llevado a Marruecos a amenazar a España sobre las consecuencias que puede tener para las relaciones bilaterales un paso en falso de Madrid. Fuad Ali Himma, fundador del Partido Autenticidad y Modernidad (PAM) y una de las personas más cercanas a Mohamed VI, lo dejó muy claro el otro día desde El Aaiún: España debe hacer una elección entre Marruecos y los independentistas saharauis. La advertencia fue lo suficientemente seria como para que no haya obtenido el visto bueno del monarca.

«España debe optar entre vivir junto a un Marruecos que ha dado muestras de su capacidad para controlar todo lo que sucede en su territorio y para luchar contra los males a los que se enfrenta España, o vivir en el seno de una región amenazada, con todas las consecuencias que eso comporta sobre el futuro de España y Europa», señaló Ali Himma. O como explicó el ministro de Exteriores marroquí, Taieb Fassi Fihri: España debe tener en cuenta los esfuerzos del país magrebí en elcontrol de la inmigración ilegal, la lucha contra el terrorismo o el tráfico de drogas.

Mohamed VI no se ha pronunciado aún sobre el caso Haidar, pero su mensaje se ha oído claro a través de sus portavoces: Marruecos no está dispuesto a ceder ni un solo grano de arena del Sáhara Occidental.