EL JEME

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Dicen que Cádiz está de Cai da y apática. Resulta que la ciudad de las tres C, no lo es por que sea Ciudad Constitucional, sino porque es la ciudad del Carnaval, de las Cofradías y del Cádiz. A algunos de los que lamentan esta apatía, les legitima para decirlo su trabajo desinteresado elaborando propuestas o dinamizando foros, pero a otros muchos que también lo dicen o lo escriben, les falla la memoria. Seguramente no recuerdan que cuando 3.000 ciudadanos se movilizaron para impedir el derribo de La Aduana, se toparon con que el poder social, el poder en su sentido más amplio, ya había dictado su sentencia, así que este movimiento de participación ciudadana, se solventó con el calificativo de elitista y al cajón. A los primeros que alzaron su voz contra la Gran Barbacoa, se les tildó de antipatriotas y al cajón. Alzarse contra los que siempre deciden sale caro, porque el arma para el combate no son los argumentos, sino la descalificación. Se engaña quien piensa que lo único que nos interesa es el sentido de la carrera oficial o las reglas del Concurso de Agrupaciones, esto a quienes de verdad parece interesar es a los que publican cuadernillos o hacen programas especiales con ocasión de tales festejos. Porque ¿qué fue antes el huevo o la gallina?

¿Cómo se mide el entusiasmo de una ciudad? ¿Debe el entusiasmo del ciudadano coincidir con el oficial? ¿Es que acaso el gaditano no sabe ya que el Doce que se le vendió y el que va a resultar, en nada se parecen? ¿Habrá Hospital, Ciudad de la justicia, Pabellón, Hotel Atlántico, parking en el Parque Genovés o en la Carretera Industrial? ¿Habrá trabajo? O esto va a consistir en un año de gran regata con pasacalles y batallones de voluntarios, e interesantísimos ciclos de conferencias, en las que nos contarán la vida de un gaditano de 1812, desde que hacia pipí por la mañana hasta que apagaba la tele por la noche. ¡Qué entusiasmo! Seguro que aprenderemos que en 1812 la berza no se hacía con tagarninas sino con lombardas y que la mayonesa no era de bote. Cádiz entera exclamará extasiada, Ah! Oh! Y cuando nos cuenten que por las tardes, la sociedad gaditana debatía con pasión en innumerables tertulias, reflejo de su intensa vida cultural. Ah! Oh! Si el Bicentenario va de esto, el gaditano de 2012, tiene problemas reales de los que ocuparse.

Algunos no se explican que la gente no ande preguntándose por la calle ¿Tú que piensas de La Pepa, quillo? O que no se formen corrillos en los que se debata con pasión sobre el Bicentenario. ¿De cuál? ¿Del decorado formato «Gran Regata» que nos van a colocar durante un año? ¡Venga ya, quillo! Hoy por hoy el Doce es una inmensa tomadura de pelo del gobierno central y de la Junta, vía Zarrías o Pizarro, tanto da, que el Ayuntamiento, que carece de capacidad normativa y económica para la organización de una efemérides de esta categoría, se va a tragar enterito, con sapos incluidos, a sabiendas de que el resultado se le va a imputar a él por entero. Hagan realidad Las Aletas, el hospital, los parking, rehabiliten mil viviendas, dejen de pelearse y verán cómo nos entusiasmamos todos.