Bob McDonnell, candidato republicano a gobernador de Virginia, junto a su mujer Maureen. / AFP
MUNDO

Las urnas toman el pulso a Obama

Un año después de llegar a la Casa Blanca, los demócratas corren serio riesgo de perder los Estados de Virginia y Nueva Jersey

CORRESPONSAL. NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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Una cascada de elecciones menores a lo largo y ancho del país tomarán hoy la temperatura al panorama político de Estados Unidos, justo un año después de que el triunfo de Barack Obama hiciera descarrilar la hegemonía del Partido Republicano.

«Estas elecciones serán decisivas no sólo como referéndum del Gobierno sino también de nuestro partido», advirtió el presidente del Comité Nacional Republicano, Michael Steel. «Esta Administración está tan fuera de compás con el pulso de este país que eso va a quedar muy claro el martes (por hoy)», prometió.

Bastaba escuchar cómo los demócratas quitaban hierro a esa comparación para entender que el partido en el poder no tiene muchas esperanzas de salir triunfante. Al menos en Virginia, un bastión conservador que Obama conquistó para su partido hace doce meses, después de votar 44 años seguidos por los republicanos.

Una victoria de la que presumió personalmente Bill Clinton pero que difícilmente se consolidará hoy como una tendencia política. La realidad es que todas las encuestas le dan una ventaja de dos dígitos al candidato republicano a gobernador, Robert McDonnell. La tímida aparición de Obama en defensa de su correligionario Creigh Deeds tuvo más bien un aire de disculpa sobre el desánimo que causa la situación económica y el desempleo.

Decepción

Pero en realidad lo que los analistas quieren ver allí es cómo se comportan los votantes independientes del anillo de Virginia en torno a la capital federal, a quienes se les atribuyó la victoria del mandatario afroamericano en ese estado sureño. Las encuestas sugieren que los independientes están decepcionados con la política del presidente que les prometió «un cambio en el que podamos creer».

La Casa Blanca marca un paso muy distinto en Nueva Jersey, donde el presidente ha decidido apostar su capital político por la reelección de Jon Corzine. Obama y aristocrátas del Partido Demócrata, como Caroline Kennedy, se han volcado de lleno en la campaña del ex presidente de Golman Sachs, que se embolsó unos 400 millones de dólares (casi 272 millones de euros) durante la 'orgía' de Wall Street. Sus políticas progresistas, luchando en contra de la pena de muerte, le han labrado un buen currículum en ese estado, que desde 1994 ha elegido gobernador demócrata, pero aún así llega a las urnas mano a mano con su rival republicano Christopher Christie.

Al norte del estado de Nueva York se lleva a cabo una batalla por el asiento al Congreso que dejó libre John McHugh al ser nombrado secretario del Ejército de Tierra. Todos los ojos están puestos en la abierta división entre moderados y ultraconservadores dentro del Partido Republicano, con ánimos de dilucidar qué rumbo tomará la fomación.

Demasiado moderada

El ala más radical, encabezada por personajes carismáticos como Sarah Palin y Fred Thompson, decidió hacerle el feo a la candidata de su partido, Dede Scozzafava, por considerarla demasiado moderada en temas como el aborto o los matrimonios homexuales. En su lugar lanzaron el sombrero a los pies de un aspirante mucho más conservador, Douglas Hoffman, que se presenta bajo el cartel de un tercer grupo que sólo existe a nivel estatal, el Partido Conservador de Nueva York.

En sorprendente maniobra política, que según The New York Times tiene detrás a la Casa Blanca, Scozzafava se retiró de las elecciones el sábado y pidió a sus seguidores que votaran por el candidato demócrata Bill Owens. Más claro lo tiene el partido del presidente en un distrito californiano del Congreso de tradición progresista, donde habrá que reemplazar a Ellen Tausher, nombrada subsecretaria de Estado para control de Armas.

Al ecléctico cuadro electoral de concejales, alcaldes, gobernadores y decenas de puestos administrativos que bate casi todo el país se sumará un sinfín de referendos, de entre los que destacan dos a celebrar en el estado de Maine. Allí los votantes tendrán que opinar sobre la legitimización de los matrimonios homosexuales y el uso de la marihuana con fines médicos.