Soldados portan el cuerpo de una persona abatida en el asalto al cuartel de Rawalpindi. / REUTERS
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Los talibanes asaltan el cuartel paquistaní más seguro

Unidades especiales liberan el centro militar de Rawalpindi después de que los insurgentes tomaran 42 rehenes

ENVIADO ESPECIAL. HERAT Actualizado: Guardar
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«La operación ha sido un éxito». Así puso el punto final el general Athar Abbas, portavoz militar, a casi veinticuatro horas de máxima tensión en Pakistán tras la toma de 42 rehenes por parte de un comando yihadista en el centro de operaciones del Ejército en Rawalpindi. Un éxito en tela de juicio ya que los insurgentes lograron golpear en el que estaba considerado como el lugar más seguro de todo el país.

El ataque empezó el sábado por la mañana y las fuerzas de seguridad no pudieron recuperar el control del cuartel hasta que ayer a primera hora las unidades especiales se emplearon a fondo. Casi veinticuatro horas y diecinueve muertos después, Rawalpindi recuperó la normalidad.

Una furgoneta con distintivos militares con nueve terroristas uniformados en su interior logró superar los distintos puestos de control hasta aproximarse al acceso principal del cuartel general en el que se inició un tiroteo con los encargados de la seguridad. Seis miembros del personal de seguridad y cuatro milicianos perdieron la vida, pero otros cinco lograron su objetivo y tras penetrar en las dependencias se hicieron con un grupo de 42 rehenes. Un jaque talibán en toda regla a las fuerzas armadas del país tan sólo unas horas después de que el ministro de Interior, Rehman Malik, anunciara una próxima gran ofensiva contra el distrito tribal de Waziristán del Sur.

A las seis de la mañana de ayer se pudieron escuchar varias explosiones y posteriormente el Ejército confirmó el fin del secuestro. En este último asalto cinco rehenes y cuatro captores murieron, según los portavoces militares. Los detalles ofrecidos por las Fuerzas Armadas se convirtieron en la única información disponible ya que se prohibió el acceso de la prensa a la zona e incluso durante horas se cortó la emisión del principal canal del país, Geo. Uno de los asaltantes fue capturado y el Ejército anunció que se trataba del líder del grupo.

Esta operación yihadista fue el epílogo a una semana sangrienta marcada por atentados suicidas en Islamabad y Peshawar. El primero contra una agencia de Naciones Unidas y el segundo cerca de un mercado local y con un saldo de cincuenta muertos, el más sangriento de los últimos siete meses.

Pese a la fuerte ofensiva militar contra los talibanes en el valle del Swat y la muerte del líder del movimiento radical Baitulá Mehsud tras el ataque de un avión no tripulado americano, la insurgencia sigue demostrando su capacidad de golpear una y otra vez.

Mientras tanto, el mundo mira a Pakistán como una de las claves para intentar controlar la creciente inseguridad en el vecino Afganistán. Desde Londres, Hillary Clinton declaró que los talibanes «aumentan su amenaza sobre el Estado», pero aseguró no tener «evidencias de que puedan hacerse con él».