EL LABERINTO

Acceso y recursos

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Durante los pasados días han tenido lugar las pruebas de Selectividad y miles de estudiantes en toda España están preparando la documentación para preinscribirse en aquellos estudios a los que sueñan con acceder o para los que disponen de nota suficiente para hacerlo. Es una época de nerviosismo para los futuros universitarios y para sus familias, sobre todo en aquellos casos en los que la deseada carrera tiene limitaciones de plazas para el acceso. Se trata de una preocupación muy lógica y totalmente justificada. Para muchos estudiantes tan solo unas décimas determinan que el esfuerzo de muchas horas de estudio y de preparación se pueda ver recompensado.

No menos cierto es que los jóvenes que salgan de las aulas universitarias deben estar adecuadamente preparados, no solo porque es lo que ellos mismos esperan, sino también y fundamentalmente porque es la manera de responder a las necesidades y a las expectativas de la sociedad, que es en definitiva la que sustenta al sistema público de enseñanza superior. Y para esa esperada y necesaria preparación es imprescindible contar con los recursos humanos y materiales suficientes y adecuados para ello.

En los últimos meses las universidades están ultimando los detalles para la puesta a punto de los nuevos planes de estudios en muchas de sus titulaciones. Más allá de las polémicas sobre la interpretación de diversos aspectos de la Declaración de Bolonia, el eje que sustenta las nuevas enseñanzas es la calidad. Los nuevos Títulos de Grado están sujetos a un proceso de verificación y posterior acreditación para el que será necesario demostrar la adecuada atención al estudiante, con su seguimiento personalizado y con actividades, teóricas y prácticas, en grupos de tamaños apropiados, de forma que se asegure la adquisición de los conocimientos y las competencias que la sociedad espera de los nuevos graduados. Por ello, en las Memorias para obtener el visto bueno para los nuevos Títulos se insiste en la necesidad de adecuar el número de estudiantes que cursen el Título en cuestión a los recursos disponibles para atenderlos adecuadamente y tal como cabe esperar en el marco de un Espacio Europeo que aspira a la excelencia en Enseñanza Superior.

Sería realmente preocupante que las Agencias de Acreditación, y en definitiva las administraciones e instancias universitarias, consideren las Memorias de los nuevos Títulos de acuerdo a esa lógica de correlación entre recursos y número de estudiantes, y al mismo tiempo las mismas instancias determinen un número de alumnos de nuevo ingreso que poco tenga que ver con los objetivos plasmados en esas Memorias. Si la sociedad necesita un mayor número de nuevos profesionales para la Titulación que corresponda, el compromiso de las instancias administrativas y universitarias debe ser el de poner los recursos necesarios para ello. Si no es así las estructuras de calidad creadas dejarán de servir al objetivo para el que surgieron, y lo que es más grave, la posibilidad de nuestra convergencia para formar parte de un Espacio Europeo de Educación Superior no dejará de ser una ilusión.