Otro ministro británico admite que también pensó en dimitir

El ministro de Asuntos Exteriores británico, David Miliband, ha revelado en una entrevista que él también pensó en presentar la dimisión, precisamente cuando más débil parece el Gobierno del primer ministro Gordon Brown, que ya ha contemplado la abrupta marcha de varios de sus integrantes.

Miliband ha explicado a 'The Guardian' que se planteó seguir el camino ya tomado por su amigo el ministro de Trabajo y Pensiones, James Purnell, pero el jueves resolvió quedarse. "Algunas veces puedes tomar tus decisiones con planificación y cálculo y en otros momentos tienen que hacerlo más rápido", ha afirmado. "James (Purnell) tomó su decisión de buena fe, yo tomé la mía también de buena fe, todos tenemos que vivir con nuestras decisiones", ha agregado el jefe de la Diplomacia británica.

Miliband ha recalcado que los resultados de los últimos comicios al Parlamento Europeo supusieron una "descarga eléctrica" para su formación e instó a sus compañeros en el Ejecutivo a prepararse para "la lucha de su vida". Por otra parte, el ministro de Exteriores ha descartado que las últimas dimisiones formen parte de un plan orquestado por él para sustituir en Brown, aunque sí señala que gracias a su lealtad se ha ganado la posibilidad de decir sin tapujos todo lo que piensa en Downing Street.

Cumbre en otoño

Las dimisiones de ministros no han hecho sino mermar la ya de por sí cada vez menor popularidad de Brown, que ha perdido apoyo incluso dentro de las filas laboristas. El ministro de Empresas, Peter Mandelson, anticipó ayer en declaraciones al diario 'Daily Telegraph' que el descontento podría vivir un punto álgido el próximo otoño, coincidiendo con la cumbre anual del Partido Laborista.

En este sentido, alude a "un pequeño grupo" de críticos que "no se reconciliarán con el liderazgo del primer ministro". En cualquier caso, Mandelson ha aclarado que no le "quita el sueño" esta amenaza que flota en el ambiente y que se ha visto acrecentada por el resultado de las últimas elecciones al Parlamento Europeo, en las que el partido de Brown quedó relegado como tercera fuerza política.