vuelta de hoja

Turno de profetas

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Así como no tengo más remedio que creer en los fantasmas, después de haber conocido a tantos, dudo de la existencia de los adivinos, incluido el linaje de los previsores del porvenir. Los más cotillas del a tribu, o sea, quienes precedieron a los periodistas de ahora, aseguran que el primer día del Diluvio Universal hubo alguien que, escrutando los cielos remotos de aquella época, tranquilizó a la colectividad diciendo: «esto van a ser cuatro gotas». También se recoge el pronóstico de un hombre del tiempo que aseguró que el aguacero inicial lo que hacía prever era una buena cosecha.

Aquí nadie vio venir la crisis, pero ahora todos la ven alejarse. Hola y adiós. Estamos despidiéndola al mismo tiempo casi de lamentar su llegada. El presidente Zapatero, que por fin ha decidido echarle el freno y darle marcha atrás a su patológico optimismo, nos advierte de que todavía «pasaremos meses difíciles» con el problema del paro. Lo que no se atreve a decir es que esos meses se les harán años a algunos compatriotas. Si un día sin comer se le puede hacer larguísimo al involuntario asceta, hay que figurarse lo que supondrá una espera hasta el segundo trimestre del año 2010. Paciencia y barajar, pero sin poder comer a la carta.

Tengo dicho que cuando los políticos no tienen nada que hacer se dedican a hacer declaraciones. Leire Pajín, que tiene algo de prima guapota y alegre de pueblo, con olor a jabón, ha dicho que prestemos atención a los astros, ya que han decidido el acontecimiento sideral que supone la coincidencia planetaria de Obama y Zapatero. Alfonso Guerra, que siempre sugiere posibilidades venturosas, propone que se casen Camps y El Bigotes aprovechando la nueva ley del matrimonio. Siempre hay algún profeta que acierta.