Editorial

Pobreza y nación

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En un momento en que la economía necesita estímulos, la respuesta al crecimiento del desempleo ha sido siempre la misma: pedir la desregulación del mercado laboral. Dígase, que la crisis la paguen los más pobres, ya que es la clase obrera la que sufre más duramente sus rigores. Pero dentro de los pobres también hay clases y son los inmigrantes los que más van a sufrir esta situación, si cabe. Ya se piensa en agradecerles el trabajo realizado, mientras vivíamos en la creencia de ser ricos, con el despido y con billete de vuelta. Bueno era que necesitábamos que limpiasen nuestras casas y cuidasen de nuestros mayores, entre otros menesteres, pero, en la pobreza, que vuelvan a su casa. Hablan de nacionalismos excluyentes pero, luego, a los que no se creen nacionalistas les pierde la patria, la tierra, que dicen que es suya, y que no venga nadie a quitársela. Vivimos en un mundo global y necesitamos derechos globales. Yo tengo derechos porque he nacido aquí y tú no tienes ninguno. Simplemente, es cuestión de ponerse en su lugar y sabemos que, no hace tanto, muchos españoles fueron los inmigrantes sin derechos en otros países. Arreglar estos problemas es una cuestión difícil, pero podemos ser nacionalmente egoístas o hacer un mundo más justo o, por lo menos, intentarlo.