CRÍTICA DE TV

Déficits

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C ualquier día pondrá usted la tele y se encontrará con que en el ángulo donde sale la «mosca» que identifica al canal, no aparece un solo logotipo, sino dos o tres. Las fusiones de cadenas son el nuevo horizonte de nuestro paisaje audiovisual. ¿Convergencia de proyectos de comunicación? No, en absoluto: más bien, cuestión de necesidad. Del mismo modo que el pingüino emperador -lo habrá visto usted en la 2- forma grandes masas compactas de individuos para aguantar mejor el frío, así nuestros canales -que tienen tanto de emperadores como de pingüinos- se van arrimando para hacer frente al nuevo y sombrío paisaje del negocio, señalado por la reducción del mercado publicitario, la elevación de costes y la fragmentación de las audiencias. Nada reprochable hay en ello: cada cual afronta el frío como puede, y nada malo hay en hacerlo como el pingüino emperador (aunque también podrían hacer como los osos: hibernarse y quitarse de en medio unos meses; en numerosos casos, el espectador obtendría grandes beneficios con esa retirada). De momento, y para alegrar la vida a los empresarios de la cosa, el presidente del Gobierno ha anunciado una drástica reducción de la publicidad en la televisión pública. Eso significa que la Pública renuncia a un trozo significativo de la tarta publicitaria, trozo que se repartirán las privadas. ¿Cómo cree usted que han agradecido las privadas tan generoso gesto? Diciendo que eso no es suficiente, y que lo que tiene que hacer el Gobierno es ampliar la reducción a todas las cadenas públicas, o sea, al trozo de tarta que se llevan los canales autonómicos. ¿Qué esperaba Zapatero? ¿Un párrafo de gracias? Ingenuidad: los canales privados llevan años sustentando su poderío sobre la insaciabilidad como forma de vida; ofrecerles cuatro es exponerse a que te exijan ocho. A todo esto, si las Públicas reducen sus ingresos por publicidad, ¿de dónde saldrá el dinero para llenar ese agujero? De sus impuestos y de los míos, señora; siempre pagamos los mismos para que los mismos floten. Pero, en realidad, por eso nos inquieta a todos que TVE renuncie a sus dineros en beneficio de las privadas: porque todos somos conscientes del déficit moral de la televisión en España; todos, menos quienes hacen televisión.