CALLE PORVERA

El timo de la mortadela

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He descubierto una nueva modalidad de estafa a pequeña escala: lo he llamado el timo de la mortadela porque tiene a este fiambre tan común como protagonista. En un envase al vacío de mortadela (de pavo, que el colesterol es muy malo) suelen venir doce lonchas perfectamente alineadas, lo que da para dos bocadillos de jornada laboral bien surtidos (que a nadie le extrañe: las amas de casa lo calculan todo). El precio del papelón ronda los 1,20 euros.

Pues bien, el otro día había un gran cartel que anunciaba una oferta para la mortadela en cuestión: envase a 0,90. Tampoco es que el ahorro fuera descomunal pero menos da una piedra. Todos los aficionados a este fiambre se fijaron en el cartelito, algunos echaron al carrito incluso dos papelones y se fueron tan contentos. La gran mayoría no se dio cuenta de que en vez de doce lonchas, o sea, dos bocadillos, sólo había diez. Ya me dirán ustedes dónde está el ahorro.

¿Cuántas veces nos quedamos sin las dos lonchas que completan el bocadillo? Hay cientos de ofertas, gangas y ventajas que a uno le venden sin darse cuenta de que el 90% de las veces (no se puede hablar de todas) no nos dan duros a cuatro pesetas, como diría en este momento el que se come los bocadillos de mortadela en mi casa. Confieso que me da bastante vergüenza protestar y que nunca he pedido una hoja de reclamaciones pero sé que, poquito a poco, estamos aprendiendo a exigir nuestros derechos como consumidores, que ya empezamos a intuir dónde están los límites y que no nos valen las palmaditas en la espalda y las sonrisitas complacientes. Y si no, que le pregunten a Vigorra.