CAPTURA. El patrón de pesca con el aro lleno de pescados en uno de los lances del despesque. / T. B.
PUERTO REAL

Una tradición en peligro por la propia naturaleza

Las salinas del Parque Natural de la Bahía denuncian que la concentración de cormoranes esquilma los despesques

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En la salina de Los Desamparados, situada en el Parque Natural de la Bahía de Cádiz (en el término municipal de Puerto Real), se han completado ya en varias partidas el despesque anual. Una actividad más que tradicional, que sigue haciéndose como antes, totalmente artesanal y natural. Pero, una vez que se terminó la pesca, se ha comprobado un imprevisto en estos tiempos de crisis generalizada: el daño ocasionado por los cormoranes -aves migratorias acuáticas de tamaño medio y grande, que se reproducen en colonias y que se encuentran en las costas, así como también en aguas interiores-, ya que de muchos miles de peces que se preveían este año en el estero, tan sólo se capturaron alrededor de 5.000 para matar (vender).

El propio Parque Natural mandó hacer a la Universidad de Cádiz, hace unos ocho años, un estudio que realizó la cátedra dirigida por Alejandro Pérez Hurtado, quien tasó los daños producidos por los cormoranes en la acuicultura en más de cien millones de las antiguas pesetas. Actualmente, el número de aves ha aumentado considerablemente, cifrándose como mínimo su población en 1,8 millones de ejemplares en todo el continente. El cálculo no lo hizo un cualquiera, sino que fue el mismísimo Parlamento Europeo.

El problema es cada uno de esos dos millones de aves necesita para sobrevivir al día dos kilos de peces, con que la UE piensa que sólo este año han devorado 300.000 toneladas de pescado en los litorales comunitarios y, entre ellos, en el Parque Natural de la Bahía.

Un proceso natural

El concesionario de la salina Los Desamparados, José María Derqui, manifestó que los esteros de la Bahía han sido arrasados por unos 4.000 cormoranes, que tienen la dormida en la zona, asegurando que la acuicultura ecológica, en la que el pescado no se alimenta con pienso sino de forma natural, en la actualidad es inviable económicamente.

La salina, que tiene una extensión de 66 hectáreas y se alimenta del agua del mar a través del Río San Pedro, da trabajo en cada despesque a ocho personas, cuatro en el agua y otros tanto en tierra. El despesque en sí se inicia abriendo las compuertas para comenzar a desaguar. Una vez que se consigue el nivel deseado de concentración de peces, el patrón va regulando el agua, dependiendo del tipo de pescado que se quiere capturar.

Si se quiere conseguir peces para clasificar y otros más reducidos para echarlos en el chiquero, se pesca con más agua y se utiliza un arte pequeño en los lances.

El chiquero es una zona de la salina aislada del resto de la finca para que los pescados de talla corta hibernen y engorden para la cosecha del próximo año. Para proteger estas especies, el agua del chiquero se protege con una red especial -que se trajo desde Galicia importada de Malasia-, que impide a los cormoranes y gaviotas esquilmar el estero.

Otro de los problemas de la acuicultura artesanal es el furtivismo, ya que, según Derqui, «el parque carece de la suficiente vigilancia, por lo que la pesca ilegal sigue existiendo, ya que además hay restaurantes de mucho renombre que, a sabiendas de que el pescado es robado, no dudan en comprarlo».

El concesionario de Los Desamparados, cuya familia se dedica a los despesques tradicionales desde el año 1750 con el molino Goyena, comentó un hecho que le ocurrió días pasados por proteger la salina de los cormoranes: «El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), se presentó en la finca porque me estaba dedicando con una escopeta a espantar una nube de cormoranes que estaban comiéndose el poco pescado que me quedaba. Me intervinieron el arma y me preguntaron si no sabía que estaba en el Parque Natural de la Bahía; contesté que sí, pero que no era de recibo que un pájaro tuviera más derecho que un ser humano», dijo Derqui.

En el despesque estuvieron presentes técnicos del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, dirigidos por Alberto Arias, que realizaron un control de la producción del estero, midiendo, pesando y clasificando los pescados capturados.

Las especies más comunes de Los Desamparados son las doradas, lenguados, robalos (lubinas), cinco especies de lisas, bailas, sargos, anguilas, camarones, quisquillas y cangrejos.

puertoreal@lavozdigital.es