MEMORIAS DE LA FRONTERA

El Duende, en paradero desconocido

La diferencia entre un best-seller en cualquier lugar del mundo y en Cádiz, es que aquí no suele reeditarse. Me cuentan que hay bofetadas para conseguir un ejemplar de El duende de Cádiz. Conversaciones gaditanas, obra del probado periodista Fernando Pérez Monguío y del instinto experto de José Beraluce, con expresivas fotografías de Joaquín Hernández Kiki, y cuyo contenido gira en torno a la sabiduría popular de Emilio Gutiérrez Cruz, El Libi, José Guerrero Roldán, Yuyu, Juan Luis Muñoz, El sabio de Tarifa, Manuel Cala, María Cala, Juan Jiménez Sanabria, Chano Lobato, Gabriel Gómez, Gabi de los Tarantos y José Ruiz Calderón, Pepe el Manteca. Todo un acierto editorial de la Diputación de Cádiz, que merecería la pena reeditar, aunque los Reyes Magos no lleguen a tiempo para satisfacer todas las peticiones que les están llegando. El texto, eficientemente transcrito y acotado, lleva un prólogo del gaditanólogo José Monforte, mientras que el CD lo ha facturado con solvencia Daniel Aragón.

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«Lejos de ese espacio de tópicos y estereotipos donde con frecuencia se ha querido limitarlos, aquí se muestra la grandeza de su reflexión, su sabiduría, de su habla, de su forma de ser gaditanos y, como no podía ser de otra manera, de esa gracia tan distintiva de la gente de Cádiz», atina a explicar Francisco González Cabaña, presidente de Diputación, en torno a una obra que, en gran medida, ha logrado envasar el acento y la sustancia de un cierto Cádiz que ha logrado exportarse más allá de las murallas, tanto a otros paraderos de la provincia -desde el Campo de Gibraltar a Jerez- como al castelgandolfo de Heliópolis, en Sevilla, en cuya calle Ganso, reina y se repone Chano Lobato: «Dales muchos besos a todos, ¿eh? Pero a todos, que no se te olvide nadie, que los quiero a todos, a mi Cai...», exclamó desde la distancia el cantaor de Santa María, a finales de octubre cuando el libro se presentó en el Salón Regio de la Diputación gaditana. El tópico suele asentarse en la verdad, y este producto entrañable y mestizo, que se gestó una noche está más cerca de la segunda que del primero. Sus protagonistas saben de sobra que no están solos en la civilización, que proceden de un linaje antiguo, un genius loci de gracia cuya genética cabe rastrear al menos en personajes ya pretéritos como el legendario Ignacio Espeleta, El Cojo Peroche, Agustín El Melu, Luis El Comprende, Brillantina o los más recientes Pericón y Beni de Cádiz. Pérez Monguío describe el mapamundi de estos testimonios orales transcritos a negro sobre blanco, como una obra «engendrada desde la admiración a esos personajes, ellos hablan, reflexionan y piensan sobre Cádiz con orgullo de su grandeza y sin complejos de sus miserias, con devoción hacia sus antepasados y con desaire a los cuestionables ejemplos del presente». Una pena, por lo tanto, que al leer estas y otras reseñas no pueda precipitarse usted a la librería más próxima con la total garantía de encontrar el volumen.

Desde su apoyo explícito a iniciativas como RevistAtlántica y Caleta, sorprende la calidad y calado de los libros que suele editar la Diputación de Cádiz, desde la colección de poesía y relato que ha venido dirigiendo durante la última década Jesús Fernández Palacios a los pliegos de Siete Mares que, bajo la batuta de Mercedes Escolano, están llegando a su fin. Iniciativas como la antología plural de Felipe Benítez o libros de tanta audiencia como el de La provincia de Cádiz, venta a venta, que fue un clásico en su día, el esfuerzo actual y pretérito de ese servicio de publicaciones merecería el beneficio de la reedición de algunos títulos que ya difícilmente pueden encontrarse. Aunque no todos ellos se hayan agotado tan vertiginosamente como El duende de Cádiz. Conversaciones gaditanas.