MAESTRO. Juan Tomé, físico y profesor de instituto, durante su espectáculo. / NURIA REINA
Sociedad

Física en familia

Juan y Alonso Tomé, y Cruz Ibarra divirtieron y enseñaron con un 'show' sobre el sonido, el ritmo y el baile en el arranque de El patio de la Ciencia

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El patio interior del Palacio Provincial estaba cargado con el explosivo de medio centenar de niños, descansados, expectantes. La escena estaba a un milímetro del caos cuando salió Juan Tomé, curioso Hamelin de Plasencia con coleta y bigote para explicar los principios de la música, el baile y el ritmo. Ninguno de los pequeños hubiera atendido a la lección de los principios físicos de los tres fenómenos y, sin embargo, no se perdieron ni un minuto de un divertido y ameno show. El evento inauguró con éxito de risas y aplausos el programa de El patio de la ciencia de las asociaciones Eureka y Thales, con la colaboración de Diputación.

«Familia que hace ciencia unida, permanece unida». Ese es el lema de Juan Tomé (el padre), Cruz Ibarra (la madre) y Alonso Tomé (el hijo). A falta de otros planes par un domingo, la familia cacereña se ha decidido a proponer una curiosa actividad didáctica. Juan es físico y profesor de instituto, Cruz tiene una academia de baile y Alonso, 14 años y ganas de hacer «cosas distintas» a las que hacen sus amigos. Con esos ingredientes nace el cóctel de «una charlita que tiene algo de espectáculo y un espectaculito con algo de charla».

Sonido, ritmo, baile

La mezcla, aderezada con las dotes de escénica inteligente de Juan, es infalible. Ninguno de los presentes se levantó ni siquiera al baño durante la hora que duró la lección en la que hubo física del sonido pero también se hizo música, física del ritmo y muñecos en movimiento y física del baile con dos bailarines.

Parte primera. «El sonido se produce por la vibración de lo que sea». Y la demostración, con un arpa de boca y música de western de fondo. «En instrumentos musicales no se despacha menos», decía el maestro de ceremonias. Luego tomaron la escena otros insignes mecanismos como la cañita para beber, el pito de caña o el pito de caña hecho con «peine simple de caballero y papel simple de fumar de caballero».

Una vez comprobado que las cosas que vibran suenan, llegó el turno de la música, un arte que consiste en «controlar los sonidos». Los más grandes de las familias fueron capaces de entender las fórmulas de longitud de onda demostradas con un gran muelle, aunque todos disfrutaron de la historia de la construcción de los tubos de un órgano con material sacado de la basura, golpeados en divertidas melodías con un «instrumento de percusión: el clásico matamoscas».

La historia de la oveja Boli bailando sobre su trapecio -un peluche sobre un péndulo- inauguró una disertación sobre los principios del baile sostenidos por las leyes de Isaac Newton y los pases de rock&roll de la pareja. De remate sonaba Milonga sentimental -«una pieza que ha destrozado varias veces Julio Iglesias»- sobre el baile meloso de la pareja. «No todo es física, también cuentan la emoción y el sentimiento». Los aplausos duraron varios minutos.

apaolaza@lavozdigital.es