DESPEDIDA. Uno de los autobuses de color fucsia que desaparecerán en primavera tras la renovación de la flota. / MIGUEL GÓMEZ
REPORTAJE

Próxima parada, la capital

Desde hace más de tres lustros, miles de gaditanos eligen el autobús para viajar a Madrid, un negocio que ha crecido a pesar de la crisis y que transporta al año a 250.000 viajeros

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Cuando a Cádiz no venía ningún ministro a hablar sobre las excelencias de la alta velocidad, ni tan siquiera existían las ofertas de vuelo de última hora de aerolíneas de bajo coste, los gaditanos daban la bienvenida a un servicio diario de autobuses que, por primera vez, les iba a acercar a la capital de España. Era el año 1992 y la empresa Sevibus -participada entonces por más de 15 compañías- ganaba un concurso público para poner en marcha una línea de autocares que conectara la Bahía con Madrid. «Era muy necesario un servicio como el nuestro», cuenta Ángel Juan Pascual, socio fundador y actual consejero delegado de la empresa. «Me acuerdo perfectamente del primer viaje, 2.900 pesetas la ida y 4.350, la ida y vuelta», un precio que les diferenció desde el principio del resto de transportes.

Tentempié en Guarromán

La estampa de decenas de estudiantes esperando el Sevibus acompañados de sus familiares era habitual en la plaza Helio. El autobús, procedente de San Fernando, les recogía tras dar la vuelta a la avenida por detrás del estadio Carranza y les llevaba directos a Madrid. Por delante: ocho horas de viaje con parada obligada en Guarromán donde se cambiaba de conductor y los viajeros aprovechaban para tomar un bocadillo o una tapa. «Fuimos pioneros en ese sistema de turnos que luego han copiado otras empresas». Pero no sólo en esa regulación de conductores fueron innovadores, sino también en el propio diseño de los autocares. «Los primeros eran de color verde limón. La gente se fijaba mucho en ellos porque entonces no había otros tan llamativos», recuerda José Luis Rodríguez, un chófer que inauguró la línea en 1992. Ayer, volvía a coger el volante para un nuevo servicio hasta Madrid. Esta vez llevaba un autocar fucsia, el color que ha sido el identificativo de la empresa desde 1995. «Los fabricantes nos decían que el fucsia tenía un coste más elevado pero nos pareció algo original. Nos llamaban los de los colorines», bromea Ángel Juan Pascual. Ahora, tras tres lustros al servicio de los gaditanos, estos vehículos fucsia están a punto de desaparecer debido a que se han ido renovando cada dos años por otros de color blanco. En la actualidad, sólo quedan dos fucsia que, para la próxima primavera, se guardarán en el garaje de San Fernando para siempre. Entonces, la flota -compuesta por 27 coches- será al completo blanca.

Pero éste no ha sido el único cambio que ha experimentado la empresa. Actualmente, son cuatro compañías-y no 15 como al principio- las que participan en Secorbus (Autocares Romero de Huelva, Veratour y Autocares Nájera de Jerez y Autocares Rico de San Fernando). También cambió el nombre. De Sevibus a Socibus y de éste último a Secorbus.

En todo este tiempo, ha subido el precio del billete como es lógico: de las 2.900 pesetas del primer viaje de ida a los 23,70 euros que cuesta en la actualidad. Y cambió además el lugar de parada en Cádiz, de la plaza Helio a la avenida frente al Pabellón deportivo Ciudad de Cádiz, donde también está la taquilla.

«Llevamos a 250.000 viajeros al año», destaca José Luis Pérez Pita, director general de la compañía, un volumen de venta de billetes que se mantiene e incluso ha crecido. Y es que Secorbus es de esos privilegiados negocios que funcionan mejor cuando golpea la crisis económica. «Cojo el autobús porque es más barato que el tren», confirma en la parada Manuel Molina. Este joven de 23 años lleva dos años viajando a Madrid con Secorbus. «Está bien, aunque cuando te toca uno de refuerzo es más pesado el trayecto» (una hora y media más). Algo que reconocen en la empresa. «Sabemos que es más largo porque es el mismo conductor y tienen que parar dos veces, pero creemos que eso es mejor que colgar el cartel de no hay billetes y que se queden en tierra». Y para muestra de esta demanda están los 80 autocares de refuerzo que llegan a funcionar en la operación salida de agosto, Semana Santa o Navidad.

Quince años sin parar de viajar y millones de kilómetros de anécdotas, atravesar Despeñaperros de madrugada, los juegos de cartas en las mesitas, las primeras radios en cada asiento o el lujo de poderte exceder con el equipaje.

Eso sí, quien eche de menos Guarromán que no coja el Sevibus de color blanco. Ahora se estiran las piernas en Pedro Abad.