Editorial

Retrocesos globales

La caída del 0,1% registrada por el PIB de Japón entre julio y septiembre confirma el crecimiento negativo del segundo trimestre, incorporando técnicamente a la segunda economía del mundo al grupo de países que han entrado en recesión en las últimas semanas y en el que se encuentran Alemania, Italia e Irlanda. Contra los análisis que consideraban la solvencia de su sistema financiero, apenas repercutido por las hipotecas subprime, como un muro de contención frente a las dificultades, la contracción del crecimiento nipón no ha hecho sino evidenciar una vez más la letal capacidad de contagio demostrada por las peculiaridades de esta crisis. La debilidad de la actividad productiva mundial ha impactado con tal fuerza sobre las exportaciones del país asiático que sus empresarios han echado el freno en el ritmo de sus inversiones en previsión de un declive aún más pronunciado de la demanda de EE UU, su primer cliente. El mal dato del PIB japonés se ha sumado a otras señales negativas sobre la evolución económica como el enfriamiento de la demanda de petróleo en China o el descenso en el PIB de 34 de los 52 estados norteamericanos, síntomas pesimistas que están impidiendo que las Bolsas remonten al calor de la movilización de recursos públicos para tratar de contener la crisis.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La escasa receptividad exhibida por los mercados ante los acuerdos de la cumbre de Washington constata que los negros augurios sobre la marcha de la economía real ralentizan los efectos benéficos de las medidas excepcionales adoptadas para insuflar calma al conjunto del sistema. Lo que constituye no sólo una seria advertencia sobre los eventuales límites a los que se enfrentan las medidas impulsadas. También implica que proceso de reformas de los mecanismos financieros internacionales requiere ir acompañado de un esfuerzo concertado para intentar reactivar la situación económica.