El valor del arte

ay un tipo, llamado Damien Hirst, que ha pasado a la historia del arte. Es el artista que más dinero ha sacado por la venta de sus obras en una subasta, unos 140 millones de euros, es decir más de 23 mil millones de las antiguas pesetas. Lo consiguió en tan sólo dos días de septiembre en la célebre galería Sotheby´s de Londres. Este tipo se distingue de otros artistas por sus animales disecados y conservados en formol, animales como un tiburón, que vendió en 12 millones de euros, o un becerro que entregó por otros 13 millones de euros. Alguien una vez me dijo que las cosas no son ni baratas ni caras, que el valor de algo lo marca quien lo adquiere. El valor de las cosas, como el valor del dinero, es una cuestión subjetiva. Todo depende de lo que se tenga en el bolsillo. ¿qué supone 1 millón de euros para alguien que gana al año 100 millones? Lógicamente, para él no significará lo mismo que para un mileurista. Pero al margen de la apreciación subjetiva de cada cual el dinero tiene un valor objetivo. Y cifrar una obra de arte en varios millones de euros, objetivamente, es una puñetera barbaridad. ¿Cuánto bien se podría hacer con esos dinerales, que unos estúpidos privilegiados derrochan sin miramientos! Pero bueno, cada uno hace con su dinero lo que quiere ¿no? Pero cuando se dispara con pólvora ajena es cuando hay que cabrearse. El estado español ha donado a la ONU una obra de arte hecha por Miguel Barceló, la reforma decorativa de la sala XX del Palacio de Naciones. La llamada Capilla Sixtina de la ONU, como la han bautizado, ha costado 20 millones de euros, de los cuales 8 millones es dinero público. Esto ya me resulta indignante pero lo que remata el dislate es que 500 mil euros han salido del FAD, Fondo de Ayuda al Desarrollo, según ha denunciado el PP en el Congreso. El PSOE tacha a los populares de «demagógicos» y Moratinos se despachó el otro día con un «el arte no tiene precio». Pues el próximo regalo artístico que lo pague él de su bolsillo que también es público, ¿no le parece?