VUELTA DE HOJA

El poder tiene un precio

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Un libro ayuda a triunfar, pero sobre todo si es de contabilidad. ¿Cómo serán las cuentas reales de los dos grandes partidos americanos en liza? No lo sabremos nunca, pero las que ambos reconocen dan un tremendo, pero equívoco, escalofrío. ¿Hay tantos mecenas yanquis dispuestos a soltar ríos de dólares a condición de no mojarse? Desde Cayo Clinio Mecenas no se habían juntado tantos benefactores, pero al fin y al cabo aquel adinerado patricio escogía bien: protegió a Horacio, a Virgilio y a Propercio, entre otros, pero los mecenas americanos deben limitar su generosidad a Obama y McCain. Sus generosidades son rentables y su desinterés está puesto al interés compuesto, pero las cantidades son astrales, precisamente en un momento bursátil en el que el dinero ha adquirido costumbres subterráneas.

La gente normal, que siempre tiene buen sentido, aunque sólo le va quedando el sentido de conservación, se pregunta qué pasaría si se invirtiera el caudal que cuesta llegar al poder en hacer cosas, una vez conquistado. Llegar a mandar es carísimo y hay que pagarlo.

En las elecciones norteamericanas se han batido todas las plusmarcas. Menos mal que los candidatos tienen personas interpuestas que no dan la cara, pero que ponen los billetes.

Parece que Obama ha conseguido reclutar un mayor número de dadivosos y no sólo más cantidad de simpatizantes.

Mandar en la nación más poderosa del mundo debe garantizar muchos quebraderos de cabeza, pero lo ha hecho un hombre con muy poca masa encefálica, como Bush. Claro que él accedió al poder de forma hereditaria y, luego, sus compatriotas fueron reincidentes.

Gane quien ahora habrá que felicitarse porque no ha vuelto a ganar el que ha sido reconocido, por mayoría absoluta, como el presidente más absolutamente incapaz de la Historia de su vasto y glorioso país.